
Sala de Lectura de la Biblioteca de Québec en 2005. Un pueblo crece con lectura. Autor: Montrealais (Fuente: http://www.wikimedia.org).
Alberto Auné
La influencia del libro en el mundo depende de nosotros; a mayor cantidad de bibliotecas mayor será el beneficio para la comunidad.
Contenido
1. Nosotros y la lectura
El fomento de la lectura es responsabilidad de cada ciudadano y para lograr esto no es necesario nada que sea difícil de obtener.
En primer lugar, debemos lograr que el libro esté incorporado a la familia como un objeto más, siempre a mano. En especial los libros con los primeros textos que lee el niño, deben ser mostrados a él por los padres con frecuencia, para que visualice la relación padres/libro como algo natural y normal.
Cuando los padres lean algún libro, es importante que el niño observe el acto de lectura, incorporándolo en su mente como algo que se realiza con frecuencia y debe ser imitado.
A esto pueden unirse lecturas en conjunto de textos de literatura infantil y su comentario.
2. El libro, un regalo para avanzar en el saber
Otra posibilidad de despertar el amor al libro es regalar uno al niño para su cumpleaños o en las fiestas religiosas y sociales que celebre la familia.
Así el libro se irá incorporando a la vida del niño, como un elemento más que lo acompañará durante su vida.
Sin el libro no hay crecimiento cultural ni espiritual. Esta realidad se ha manifestado en todas las civilizaciones y culturas, desde la aparición de la imprenta.
Acercar el libro al niño es una labor que macará positivamente su vida. Los padres y educadores que impulsen esta tarea tendrán una recompensa que se manifestará por décadas, y tendrán la satisfacción de haber formado una persona que ocupará el lugar que merece en la sociedad.
3. La biblioteca: una amiga que crece con nosotros
3.1. Visitando los templos del saber
Muchas veces los padres llevan a los niños a conocer distintos lugares, como parques de diversiones, zoológicos y centros de juegos infantiles.
A ello podría agregarse la visita a bibliotecas.
En especial podría haber visitas guiadas los fines de semana, cuando las bibliotecas están cerradas al público, con explicaciones a cargo de voluntarios en un lenguaje asequible para los niños.
Si en las bibliotecas hay espacio, practicar algunos juegos infantiles.
En síntesis: mostrar la biblioteca como un ámbito más, que puede ser visitado por los niños, comenzando así a despertar en ellos el amor a los libros.
Hasta pasada la primera mitad del siglo XIX había en la ciudad de Buenos Aires (República Argentina) padres que tenían una costumbre, que lamentablemente se fue perdiendo con el tiempo.
Consistía en llevar a los hijos, cuando comenzaban a leer, a visitar el antiguo edificio de la Biblioteca Nacional, en la calle México al 500.
La majestuosidad del salón principal, los sillones con largos escritorios para leer, las lámparas, y sobre todo el silencio reinante, daban a quien llegaba al lugar, hoy con otro destino después del traslado de la Biblioteca Nacional a su nueva sede, una sensación de respeto frente al mundo de los libros.
El autor de estas líneas fue introducido así a la magia de los libros por su padre, Pedro Emilio Auné, quien ya no está físicamente pero sí en el recuerdo de quienes lo amaron.
La sociedad fue perdiendo con el tiempo la costumbre de estas visitas y hoy son inexistentes; sin embargo, la familia y la escuela podrían unirse para volver a efectuarlas, introduciendo al niño en el mundo de la lectura, los libros y las bibliotecas.
3.2. La biblioteca en el hogar
Una biblioteca puede ser grande o pequeña, pero siempre comienza con un libro.
Este comienzo debe ser tomado por la familia y el niño como una celebración. Acomodar el libro en el estante, hacer una ficha, tocarlo, sentir que está y que será un fiel compañero durante muchos años…
Cuando en el hogar había libros que los niños comprendían y leían, el amor a la lectura se hacía sólido en ellos; así se han iniciado en ella quienes hoy transitan por la adultez y tienen la lectura incorporada en su vida.
Recordemos en Argentina las viejas colecciones de libros de cuentos infantiles de Constancio C. Vigil, que muchas familias iban completando no sin esfuerzo, así como más adelante en la edad del niño la colección Robin Hood.
Quienes las completaban seguían después con otras metas, como los libros de Editorial Sopena o la Colección Austral, que iluminaban su vida ya en la adultez… Hoy estos nombres parecen extraños a las nuevas generaciones.
Una biblioteca en el hogar es el mejor indicador de la cultura que tiene la familia que allí habita. Los docentes deben trabajar desde los primeros días del ingreso del niño en la escuela para animarlos, y por medio de ellos a sus familiares, a formar una biblioteca en el hogar.
Una forma de hacerlo es pedir narraciones sobre cómo es la biblioteca, los libros que la forman, la habitualidad de su lectura por parte del niño y sus familiares.
Seguir el crecimiento de esta biblioteca desde la escuela será un aliciente para el niño y la familia, dando origen a una posibilidad de trabajo conjunto cuyos resultados se mostrarán por décadas.
La biblioteca en el hogar no es un elemento que se oponga a la propuesta de las bibliotecas nucleares. Por el contrario, ambas se complementan en la labor educativa y facilitan el acceso del niño a la lectura.
3.3. Bibliotecas nucleares
Es necesario reformular el concepto actual de biblioteca en cuanto a lugar de consulta de textos, ya que muchas veces se la considera un lugar alejado de lo cotidiano, a lo que debe sumarse la limitación horaria, falta de catálogos de textos y a menudo desconocimiento de la ubicación y normas de estos locales.
Para acercar al estudiante a la lectura se propone la creación del sistema de Biblioteca Nuclear.
Esta biblioteca puede estar ubicada en cualquier lugar de acceso público que ofrezca condiciones de seguridad, como empresas, clubes, colegios, etcétera.
Los libros que estén en esas bibliotecas serán de dos tipos: disponibles en el acto y disponibles en forma mediata.
Los primeros son los que con aportes de la comunidad ocupen los estantes de la biblioteca. Estarán a disposición de los visitantes para ser leídos en el local o retirados para lectura en domicilio.
Los segundos son libros que quienes quieran participar prestan a la biblioteca, pero están en el domicilio particular de su poseedor.
Cuando alguien los solicita, se le pide al voluntario y así el libro llega a la biblioteca. Una vez leído se devuelve a su dueño.
Este sistema permitirá la participación de más gente en el proyecto de Biblioteca Nuclear, multiplicando las oportunidades de lectura en todo el país.
El trabajo de organización de estas bibliotecas puede estar a cargo de familiares de los alumnos, comunicando a las escuelas la ubicación de las mismas y facilitando el acceso de los niños al libro como un elemento más de uso cotidiano.
4. Nuestra responsabilidad
El libro vivirá; su formato trascenderá a las generaciones aunque la luz de lo audiovisual encandile y atraiga. Las versiones digitales de textos de lectura han tenido un primer impulso pero no lograron el éxito esperado por sus impuilsores.
Crear y mantener una biblioteca, sin importar su tamaño, dará a quienes lo hagan la satisfacción de haber mantenido en alto el estandarte e la lectura activa y creadora. Seamos nosotros los artífices de esta epopeya. Alberto Auné
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