Derechos humanos: necesidad de su vigencia universal

· Alberto Auné, sociedad
Autores

Alberto Auné

Estos derechos son patrimonio de la humanidad, sin limitación ideológica o política.

No podemos discriminar sobre derechos humanos; son dignos de ellos todos los hombres y mujeres, sin importar su ideología social, política, económica o religiosa.

 

Contenido

1. Defensa irrestricta de la dignidad individual y colectiva

2. Un control necesario

3. El silencio, la peor opción

1. Defensa irrestricta de la dignidad individual y colectiva
Hablar sobre derechos humanos es referirse a algo fundamental en nuestra sociedad, que basa la dignidad del ser humano en el respeto irrestricto a los mismos.
Logo del Human Rights Council
de las Naciones Unidas
(Fuente: Wikimedia.org)
Sin embargo, a veces vemos en medios de difusión fuertes condenas a las violaciones de estos derechos cuando son efectuadas por gobiernos o grupos de poder de un signo ideológico, acompañadas de silencio o evasivas en caso de ocurrir lo mismo pero a cargo de otros grupos o gobiernos de signo ideológico distinto.
En este punto juegan un importante papel los postulados políticos de estos medios, a menudo no expresamente manifestados.
Pero mientras quiene opinan siguen discutiendo, la realidad de la violación de derechos humanos sigue en pie, sin que se logre cambiar la situación.
No sólo hablamos de derechos humanos violados en el caso de quienes son perseguidos por gobiernos autoritarios sino también en situaciones de exclusión social. Si los ciudadanos pasan hambre y necesidades de todo tipo, no rigen en su plenitud los derechos humanos.
Los totalitarismos son tales, sin importar que quienes los ejercen sean de tendencias políticas de centro, izquierda y derecha. La opresión en España de Francisco Franco, por ejemplo, es tan repudiable como la de los gobernantes de la ex Unión Soviética, sin olvidar las de Adolfo Hitler en Alemania y los países anexados al Tercer Rech, la de Benito Mussolini en Italia, la de Fidel Castro en Cuba y la de Kim Il Sung, su hijo Kim Jong-Il y su nieto Kim Jong-un en Corea del Norte.
El tema no puede politizarse, ya que la violación de estos derechos es un atropello al ser humano, emn forma independiente de las situaciones políticas.
Cuando se comete el grave error de politizar los reclamos por derechos humanos, la discusión se deriva a otros puntos escapando a la realidad y ahondando el sufrimiento de quienes padecen este atropello.
No sólo se ejerce violencia física sobre ellos sino también psíquica, afectiva e intelectual, como ocurre en los casos de prohibición de salida de un país a sus ciudadanos, separación obligada de familias o censura que impide acceder a medios y/o internet.
Estos casos deben ser denunciados y los autores de los atropellos denunciados para que reciban las sanciones correspondientes por parte de tribunales nacionales e internacionales.
No hay violaciones menores a los derechos humanos ni éstas pueden justificarse argumentando supuestos logros del gobierno que las comete en otros campos como salud o educación. Esta falacia es caldo de cultivo para el fortalecimiento de regímenes políticos totalitarios, que buscan la complaciente aceptación de la comunidad de naciones.
Es necesario que individuos,organizaciones no gubernamentales, partidos políticos y gobiernos exijan la plena vigencia de los derechos humanos en los casos en que hayan sido vulnerados.
Los dirigentes sociales y políticos no deben silenciar su voz en este tema. Empero, a menudo lo hacen por compromisos con otras fuerzas partidarias, convenios, arreglos, contubernio o como quiera llamarse.
2. Un control necesario
Para efectuar una verificación objetiva de su cumplimiento podemos tomar la Los derechos humanos deben ser abordados con objetividad.
Para ello podemos verificar el cumplimiento, entre otros documentos, de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada el 10 de diciembre de 1948 por la Asamblea General de las Naciones Unidas y la Convención Americana sobre Derechos Humanos, que fuera suscripta en San José de Costa Rica el 22 de noviembre de 1969, en la Conferencia Especializada Interamericana sobre Derechos Humanos.
3. El silencio, la peor opción
A partir de estos puntos oficiales, es posible verificar si se cumplen o no y elogiar a quienes lo hacen, denunciando a los gobiernos y organizaciones que no proceden así, sin diferencia de su signo político o de cualquier credo o ideología.
Los derechos humanos son de todos. Si aceptamos esta premisa y la hacemos respetar cambiarán las cosas que deben hacerlo, para bien de la sociedad y sus integrantes, sea cual fuere su forma de pensar en múltiples temas.
Así honraremos la diversidad de los seres humanos. Alberto Auné

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