Alberto Auné
Los conflictos armados pasan pero los seres humanos permanecen.
Las misiones de paz de la ONU intentan detener la guerra entre pueblos y lograr así el diálogo. (Fuente: http://www.wikimedia.org)
Los pueblos y sus culturas deben mantener el diálogo que la irracionalidad de quienes impulsan la guerra busca destruir.
Contenido
1. Conflictos armados y diversidad
A lo largo de la historia, las guerras han sacado a la luz lo peor del ser humano, mostrando hasta dónde es capaz de llegar en su afán destructivo.
Uno de los resultados más negativos de los conflictos bélicos, además del dolor de las vidas destruidas y perdidas, es el quiebre del diálogo entre distintas culturas, que muestra la síntesis entre la unidad y la diversidad.
La guerra trae consigo la pérdida del respeto no solamente al individuo sino a los pueblos, que están constituidos por un conjunto de individuos con un objetivo y un destino común. Las armas no hacen diferencia y destruyen todo lo que tienen a la vista quienes las manejan. Cuando un ejército irrumpe invasor en otro territorio sabe que reduciendo a la nada todo lo que se relaciona con la cultura logrará que los nuevos sometidos sufran en lo más profundo de su corazón, buscando luego imponer los valores sociales y culturales del déspota que cree que por la fuerza aumentará su poder, pero esta fuerza no llega a las mentes y los corazones.
Así lo ha demostrado muchas veces la historia, como en la Segunda Guerra Mundial, cuando la invasión por parte de la Alemania nazi a varios países de Europa no logró que los corazones del pueblo latieran por el ocupante, salvo en los casos de traidores y colaboracionistas. La Resistencia francesa honró a su país, dando muchas veces sus hombres y mujeres la vida por la causa de la libertad, sin olvidar la heroica resistencia en Stalingrado cuando la entonces Unión Soviética resistió el embate invasor hasta vencer, con la participación del pueblo.
2. Una falsa opción
Las guerras actuales conllevan ese riesgo quizás más que en otras, ya que una lectura superficial podría llevar a algunos a pensar que se enfrentan dos civilizaciones, Oriente y Occidente, en una repetición de otros enfrentamientos que si bien duraron mucho tiempo no eran conocidos en su desarrollo al instante como ocurre ahora debido a los medios de comunicación.
A veces quienes impulsan acciones de terror y muerte dicen hacerlo en nombre de religiones como el Islam, que es una creencia que impulsa el amor a Dios y al prójimo, cuyos líderes han rechazado en repetidas oportunidadaes toda incitación a la violencia.
Las opiniones, los análisis que nos llegan cada día por los diarios, la radio, la televisión e internet, son a veces presentados en forma superficial, dando la impresión de un combate entre «buenos» y «malos», distintos en su forma de ser, pensar y vivir.
3. Respetar al otro en su integridad
Es necesario ponerse en el lugar del otro, y ver con sus ojos, al menos por un breve lapso, la realidad circundante para así mejor aceptarlo y comprenderlo.
Para el occidental puede ser extraño ver en países árabes mujeres cubiertas de pies a cabeza u hombres con barba y un turbante sobre la cabeza; sin embargo, quien profesa la fe islámica podría preguntarse el porqué de los hábitos que visten religiosas católicas, o de la cabeza cubierta y barba de muchos judíos fieles seguidores de su religión, entre otros interrogantes.
En la aceptación de las diferencias está una de las mayores riquezas del ser humano: saber que el otro es distinto pero tiene una riqueza para compartir.
4. Abandonar el facilismo ideológico
Tampoco es posible identificar al terror como parte de una religión; ninguna lo defiende, ni las que tiene pocos fieles ni las más extendidas. Efectuar una fácil relación entre Islam y terrorismo es al menos un grave error, más considerando que es la religión de mayor crecimiento en los últimos tiempos en Occidente, mostrando una fuerza que atrae en medio de una sociedad que presenta valores como objetivo de realización distintos a los que el Islam propone.
5. Llamamiento de Tiblisi: un ejemplo a seguir
Entre los esfuerzos hechos para lograr la comprensión mutua entre los seres humanos está el Foro Internacional que se efectuara en 1995 en Georgia, organizado por los entonces presidente de ese país Eduard Shevardnadze y director general de la UNESCO, Federico Mayor.
Los participantes formularon el denominado Llamamiento de Tiblisi (la ciudad georgiana en que se realizó), considerando a la tolerancia mutua como un instrumento de paz, por ser la aceptación de las diferencias que existen en nuestras sociedades y entre nuestras culturas.
6. Reconstruir la paz, un mandato universal
Las guerras causan ya bastante daño a la humanidad como para agregar uno más. Ver el mundo con los ojos del otro puede darnos la comprensión suficiente para intentar evitarlo, asumiendo que las distintas culturas deben ser respetadas y a partir de esta actitud construir un diálogo que lleve a una paz duradera.
Comencemos ahora mismo, aceptando como nuestro hermano a quien piensa distinto a nosotros. Que las ambiciones de algunos políticos, que impulsan la descalificación de aquellos que tienen una opinión diferente a la nuestra, expresada en democracia y libertad, no lleguen a concretarse. Si estas personas logran dividir a la sociedad entre buenos y malos solamente por puntos de vista dados a conocer con respeto la sociedad dará un retroceso del cual será difícil recuperarnos. Alberto Auné
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