La Tercera Ola: desafíos para la salud mental en una nueva sociedad

Autores
Alberto Auné
El profesional de la salud mental se enfrenta a nuevos desafíos en un mundo intercontectado: el ser humano recibe en forma continua mensajes, a menudo de quienes no conoce en persona sino virtualmente, que pueden causar daños irreparables a su vida. El mundo es una pequeña ciudad y debemos vivir en ella integrándonos para mejorar y no para perjudicarnos.
  1. Un libro que predijo un nuevo mundo
  2. Las tres olas
  3. No hay una verdad absoluta
  4. Saber y preguntas en la aldea global
  5. La Tercera Ola y los cuestionamientos
  6. La educación profesional dura toda la vida
  7. La nueva psicosfera
  8. Responsabilidad comunicacional
  9. Conducta dañina, soledad y sociedad
  10. Nuevas formas de convivencia
  11. Conciencia de los propios derechos
  12. La clínica ante los nuevos desafíos
  13. La salud mental hoy
  14. Necesidad de una actualización profesional
  15. Una sociedad cambiante
  16. Exteriorización de los síntomas
  17. Mostrar un camino
  18. La salud mental como algo personal
  19. Alejar de las adicciones
  20. Sentirnos bien, prueba de salud mental

1. Un libro que predijo un nuevo mundo

El ensayista estadounidense Alvin Toffler publicó en 1979 La Tercera Ola, una obra que tuvo el mérito de prever el futuro que se aproximaba haciendo realidad la aldea global de que hablaba el sociólogo canadiense Marshall McLuhan a fines de la década de 1960 y principios de la siguiente.

Toffler es el autor de anticipación que de manea más rápida que otros, como Leonardo Da Vinci y Julio Verne, ha visto concretadas, y durante su vida, las predicciones formuladas.

Uno de sus planteos relacionados con las disciplinas relativas a la salud mental es el nacimiento de una nueva psicosfera, cuestionadora de verdades y dogmas presentados hasta entonces como valores absolutos e incuestionables.
2. Las tres olas
La historia de la humanidad, para Toffler, está dividida en tres períodos.

El primero tuvo una duración cercana a los 10.000 años, comprendiendo desde el año 8000 antes de nuestra era hasta el 1600 de la era cristiana; el segundo se extendió desde mitad del siglo XVII hasta mediados de 1950, es decir unos 300 años, mientras que el tercero del cual no se sabe cuándo finalizará, comenzó en el último año mencionado.

El primero de estos períodos es denominado Era Agrícola y Civilización, correspondiente a la Primer Ola, mientras que el segundo es conocido como Modernidad, Revolución Científica, Revolución Industrial o Era Industrial, comprendiendo la llamada por Toffler segunda Ola.

Hay diferencias respecto al nombre del tercer período, al cal se le adjudicaron las denominaciones de Posmodernidad, Posindustrialismo, Superindustrialismo, Siglo XXI, Futuro, Era de las Comunicaciones y otros. A esta etapa el autor denomina Tercera Ola.

3. No hay una verdad absoluta

En este libro Toffler recuerda que cuando su edad era de 20 años había aceptado al marxismo como ideología, creyendo entonces tener todas las respuestas a cualquier pregunta que se formulara, pero más adelante verificó que ninguna de estas respuestas era completa; por el contrario, las características que ellas mostraban eran parcialidad, antigüedad y unilateralidad, entre otras.

Así, llegó a la conclusión de que una pregunta efectuada correctamente puede llegar a ser más importante que una respuesta correcta a una pregunta equivocada.
Esta reflexión va más allá de una simple afirmación para cuestionar nuestra misma forma de razonar.
En efecto, muchas veces escuchamos respuestas que creemos perfectas pero que corresponden a preguntas mal formuladas o no de todo correctas.
En cambio, la pregunta cuestionadora muestra la inteligencia de quien la formula, ya que lleva a ese cuestionamiento a partir de reflexiones propias y no por repetir sin sentido textos que ha leído quizás sin razonar.
A partir de la duda llegamos al conocimiento de la verdad; así lo han afirmado filósofos y pensadores a través de la historia.

4. Saber y preguntas en la aldea global

Muchos científicos, profesionales y estudiosos de las más variadas disciplinas, entre ellas las relacionadas con la salud mental, parecen por sus expresiones tener la certeza absoluta de lo que creen.

Esta certeza se basa en sus estudios, análisis y muchas veces en una vida académica en la que los estudios y actividades profesionales han tenido un lugar preponderante.

Concurren a congresos, seminarios; dictan cátedras… pero siempre entre quienes comparten sus ideas o en caso de disentir lo hacen a nivel estrictamente académico.
Las nuevas generaciones se integran a la aldea global
(Fuente: Flickr.com)
Esta estructura de vida, ideal, se desmorona cuando se plantean cuestionamientos, en especial cuando quienes los formulan no constituyen un pequeño número de personas.
La globalización, y con ella la facilidad de acceso al conocimiento en los más diversos niveles y de innumerables disciplinas, ha fortalecido los cuestionamientos.
Parece entonces, en la ciencia y en los ámbitos del conocimiento, recorrerse un camino que se bifurca.
Cuando llega el cuestionamiento, una posibilidad es ignorarlo y proseguir como si éste no hubiera existido. Avanzar siempre en un mundo ideal, en el que la duda no existe. Pero tarde o temprano ésta volverá a presentarse, pudiendo ser nuevamente evitada pero tarde o temprano deberá ser enfrentada.
La segunda posibilidad, que parece ser la correcta, es ver cuáles son los elementos que plantea la globalización del conocimiento que nos permitan presentar las mismas verdades con nuevos aportes que las enriquezcan.
5. La Tercera Ola y los cuestionamientos
La humanidad, sostiene Toffler, está enfrentada a un salto cuántico hacia delante, enfrentándose a la más profunda conmoción social y reestructuración creativa de todos los tiempos. Sin darnos cuenta estamos entrando a una nueva civilización.

El impacto de esta Ola será sentido por nosotros por lo que resta de nuestras vidas, ya que se completará en unas décadas. Pone en duda todas las viejas relaciones de poder, las prerrogativas y los privilegios hasta ahora dominantes en todos los planos, incluso el intelectual.

Esta situación de cambio conmueve todas las estructuras sociales. La economía, los sistemas de representación cívica, la educación, la cultura, sufren cambios que pocos años atrás eran impensados.

6. La educación profesional dura toda la vida

Excede a este trabajo analizar todos los cambios que se producen en la civilización actual. Por ello, concentraremos el análisis en algunos puntos en particular.

Uno de ellos es el relativo a la educación, en especial las carreras universitarias y terciarias que otorgan títulos a profesionales. Actualmente, el contar con un título no garantiza la actualización, ya que las materias que se dictan van quedando obsoletas con el paso del tiempo. La actualización debe ser una obligación para los profesionales, bajo riesgo de perder su capacidad de instrucción y con ella las posibilidades laborales.

El profesional que estudia accede a una vida plena
(Fuente: Flickr.com)

Es un primer paso, necesario pero básico para la etapa que seguirá: contar, en la vida profesional, con una actualización constante que permita enfrentar los desafíos del mundo actual.

Sin embargo, a menudo es difícil, para quien tiene una formación académica en la que la tecnología no ha jugado un rol importante, adaptarse a esta situación. Las disciplinas humanistas, las relativas a la salud mental y otras, cuentan con brillantes profesionales. Sin embargo, parece a veces haber un divorcio entre la formación recibida y la actividad posterior por un lado y la tecnología por otra.
Lo tecnológico parece difícil, alejado de la realidad académica y profesional. Sin embargo, este prejuicio debe ser vencido para poder lograr una actividad plena, integrada al mundo de hoy y a sus planteos y cuestionamientos.
7. La nueva psicosfera

Uno de los planteos más apasionantes de la obra de Alvin Toffler es el nacimiento de una nueva psicosfera, que cuestiona muchas de las verdades que en psicología y psiquiatría se creían absolutas hasta ahora.

Para algunos pensadores actuales los cambios tecnológicos han traído consigo el fin de la amistad, el amor, el compromiso y la solidaridad.

En este contexto crece la tensión en mucha gente, que se encuentra comunicada tecnológicamente pero al mismo tiempo sufre un fuerte aislamiento respecto a sus seres más cercanos.
Si hay algún síntoma de falta de salud en el aspecto mental, esta situación se potencia con la soledad.
Surgen entonces caminos de justificación; nuevas creencias religiosas se expanden, mientras que algunos hechos que la clínica determina como riesgosos o negativos en salud mental son presentados como positivos y aceptables para la sociedad.
8. Responsabilidad comunicacional
Los medios de comunicación tienen en esta situación una gran responsabilidad. La información no se presenta siempre de manera objetiva, y los riesgos crecen con ello. La persona necesita una identificación consigo misma y con un contexto social. Si una conducta encuentra justificación, genera una respuesta positiva y se cree entonces estar obrando correctamente, cuando la realidad es otra.

La amplia difusión de conductas perjudiciales para quien las practica, presentándolas como correctas, es un hecho grave, que no se encuentra castigado en las legislaciones y por lo tanto permanece impune, con las consecuencias graves que tiene para las personas y la sociedad.

9. Conducta dañina, soledad y sociedad

La tecnología de las comunicaciones ha producido una paradoja: por un lado las personas están conectadas entre sí, pero la mayoría de las veces con alguien distante físicamente. La cercanía con el prójimo inmediato ha pasado a un segundo plano.

Entonces, quienes tienen en sus vidas la soledad como un hecho incorporado, buscan nuevas salidas a nivel espiritual y emocional.
La promesa de nuevas sensaciones sabe seducir; existen quienes entonces comienzan a recorrer un camino que de no ser enmendado a tiempo puede conducir a abismos en el cuerpo y en el espíritu.
10. Nuevas formas de convivencia
Una de las características de la Tercera Ola es la presencia, ya anunciada por Toffler, de formas y costumbres de vida alternativas a la familia nuclear.

Este tipo de familia –compuesta por un hombre, una mujer y sus hijos-, que en un tiempo era considerada en los discursos oficiales como “la célula básica de la sociedad”, hoy no es el modelo de vida que todos eligen.

Los censos nos muestran el número creciente de personas que viven solas. Otras eligen hacerlo en comunidad alquilando o comprando en conjunto una propiedad grande para abaratar costos. También hay grupos humanos que comparten trabajo y vivienda de manera permanente, sea en comunidad o no, y no olvidemos la cantidad de convivientes en pareja siendo ambos o no del mismo sexo, forma de vida que inclusive ha sido reconocida por la legislación civil, como en el caso de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
11. Conciencia de los propios derechos
La globalización ha traído, para quienes tienen una forma de vida alternativa a la familia nuclear, la conciencia de que no están solos
En un mundo en el que no existía la interconectividad actual, era fácil discriminar al diferente en cualquier aspecto, como sexual, ideológico, religioso.
Hoy quien piensa u obra de manera diferente a la mayoría sabe que aunque en su contexto social inmediato –familia, trabajo- sea la única persona que obra de esa manera, en el contexto mediato cuenta con pares, con quienes mutuamente se concientizarán y actuarán solidariamente.
No sólo los componentes de estas minorías se comunican entre sí, sino que exigen el reconocimiento de la sociedad.
Trabajan, pagan impuestos, cumplen con las leyes, y como ciudadanos tienen derechos que quieren hacer valer.
12. La clínica ante los nuevos desafíos

La globalización ha traído, como hemos señalado, nuevas formas de vida y cuestionamientos al conocimiento institucional, creencias y actitudes sociales.

Se plantea entonces, en el campo de la salud mental, la necesidad de saber discernir entre nuevas formas de vida que ayudan al desarrollo del individuo y desviaciones que parecen más bien producir en la psiquis y el cuerpo de las personas un daño irreparable.

Con la llegada de internet se han multiplicado los sitios web en los que es fácil acceder a prácticas que incluyen neurosis o psicosis, sea de manera individual o colectiva. Estas conductas se presentan como positivas, y quienes las practican dicen sentirse bien y en armonía con la vida.
La clínica debe entonces enfrentarse a esta situación, y debe contar con las mayores posibilidades para hacerlo con éxito.
13. La salud mental hoy
Para ayudarnos a discernir en este tema, recordemos que la salud mental está incluida en la definición de salud que define la Organización Mundial de la Salud (OMS):
“La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”.
Este enunciado tiene en sí mismos la fuerza para despejar cualquier incógnita sobre la diferencia entre una conducta saludable y otra con algún grado de desviación.
Sentirnos bien, un derecho humano
(Fuente: Flickr.com)

Tomemos en este campo tres posibilidades:

La primera es la conducta de alguien que sigue los parámetros sociales establecidos, sin formular respecto a ellos el menor cuestionamiento.
Al cumplir con ellos, esta persona se siente bien consigo misma, con quienes la rodean y ello la lleva a responder de manera positiva a las distintas situaciones que la vida le plantea en todos los campos, como familiar, social y laboral.

En el segundo caso hay una persona que ha elegido una forma de vida alternativa en alguno o algunos de los aspectos que los parámetros sociales cuestionan.

Sabe que su actitud ante la vida no es comprendida por muchas personas, pero ha hecho una elección consciente y adulta.
Tiene esta persona la satisfacción y tranquilidad que le da haber cumplido con su conciencia. Se siente bien consigo misma por ello, y transmite esta actitud hacia los demás. Sea comprendida o no, sabe mantener los límites del disenso y desarrolla sus actividades en diversos campos con normalidad.
En los momentos difíciles se comunica con quienes comparten su actitud ante la vida y recibe entonces el apoyo necesario para superar dificultades.
En la tercera situación encontramos alguien que ha incorporado a su vida alguna práctica de situaciones que la clínica podría calificar como cercanas a la neurosis o la psicosis, entre otras posibilidades que causan daño a quien las implementa.
A diferencia de quien ha elegido pertenecer a alguna minoría de vida u opinión alternativa y se comunica con sus pares, esta persona mantiene en reserva sus prácticas.
Se produce así una disociación de la personalidad. Quien todos los días es un correcto estudiante, profesional u oficinista, se transforma en forma privada para mostrar su faceta oculta. Esta exhibición de lo oculto se hace solamente a algunos iniciados que, como él, participan de la misma situación.
Bajo un placer transitorio quedan ocultos cuestionamientos íntimos que si fueran formulados con claridad permitirían enfocar la vida de una manera positiva.
No hay tiempo para pensar, reflexionar o efectuar un análisis sincero de la propia conducta, ya que los momentos de soledad son muy dolorosos pues no hay afectos sinceros con quienes compartir sentimientos.
Otro aspecto de doble personalidad se produce cuando esta persona oculta sus prácticas a sus seres más cercanos, como su familia.
Esta situación obliga a una cautela y control continuos para mantener la privacidad, que tienden tarde o temprano a producir alteraciones en el sistema nervioso, que terminan perjudicando órganos sensibles del cuerpo, como el corazón.
No hay entonces una buena relación consigo mismo ni con los demás.
La respuesta a la demanda de las distintas situaciones que plantea la vida es dificultosa y está condicionada a otras situaciones, de tipo personal e íntimo.
Es por lo tanto negativa la relación con los demás.
Los sentimientos de angustia predominan a menudo.
Finalmente, señalamos que esta persona necesita siempre de un soporte técnico o comunicacional al no poder desarrollar ninguna actividad con la tranquilidad necesaria.
Una experiencia lleva a otra… y siempre se busca más.
Un callejón sin salida, que lleva a la destrucción de la vida personal, familiar y laboral tarde o temprano.
14. Necesidad de una actualización profesional

Como resumen de lo expuesto, podemos decir que la salud mental como armonía del hombre consigo mismo y la sociedad pasa por una etapa de cuestionamientos.

Las nuevas tendencias y realidades que presenta la sociedad llevan a quienes trabajan en este campo a la necesidad de una actualización constante.

Es necesario dejar los ámbitos en que hay una retroalimentación por la cual creemos que todo está bien y comenzar a plantear la verdad: la neurosis y la psicosis, entre otras enfermedades, en cualesquiera de sus modalidades, son altamente perjudiciales para el ser humano.
15. Una sociedad cambiante
La gran cantidad de información que recibimos nos impide reflexionar; todo nos llega ya con un análisis incorporado que aceptamos pasivamente.
La sociedad actual, con su fiebre de consumo, lleva también a que el ser humano no se sienta realizado y se repliegue sobre sí mismo, en una actitud autista.
En esta situación, quienes presentan conductas perjudiciales como una situación a seguir tienen un campo fértil para expresar sus ideas.
Esto se ve favorecido porque muchas personas priorizan el trabajo en exceso para acceder a bienes que se presentan como indispensables y viven su vida en una carrera en que los únicos placeres son cada vez más alejados de la realidad.
16. Exteriorización de los síntomas

Los síntomas de esta situación se ponen de manifiesto en especial en hechos de violencia cada vez más frecuentes en el seno de la familia. De esta forma se quiebra el diálogo y se entra en una espiral de soledad que no parece tener salida.

17. Mostrar un camino

El profesional de la salud mental tiene entonces un desafío muy importante, para reconstruir los lazos del individuo tanto consigo mismo como con la sociedad.

Un campo importante de trabajo es el que se realiza durante la consulta.

La proliferación de problemas lleva a que una persona de la familia, a menudo no el afectado en forma directa, acuda a una consulta profesional.
Muchas veces esta consulta no se realiza en consultorios privados sino en centros públicos de salud mental.
Si consultamos a profesionales que trabajan en estos centros, confirmaremos que estas consultas se han incrementado en los últimos años. Es entonces ésta la oportunidad para trabajar buscando una mejoría en la calidad de vida en salud mental de nuestros semejantes.
18. La salud mental como algo personal

El profesional debe indagar en los trastornos del paciente y buscar ubicarlo en alguno de los tres grupos que hemos señalado. Esto se debe efectuar con respeto a la privacidad, ya que muchas veces puede haber quien considere que hay una enfermedad en quien si bien vive de una manera diferente o pertenece a alguna minoría, se siente bien consigo mismo y con los demás.

19. Alejar de las adicciones

El paciente debe comprender que sentirse bien no depende de un soporte técnico, que en cualquier momento puede estar ausente y causar así una crisis.

Aprender a tener momentos de independencia de estos soportes es una tarea difícil pero que puede dar el resultado positivo esperado.

Por lo general, quienes practican alguna conducta que los daña tienen una disociación entre su vida normal y la que llevan cuando se dedican a ella.
Llevar a la reflexión es un trabajo quizás lento pero concreto.
Unido a esto, es necesario que el individuo logre la independencia respecto a lo tecnológico. Esta es la diferencia entre una enfermedad mental y la salud mental, aunque se pertenezca a alguna comunidad minoritaria en la sociedad.
20. Sentirnos bien, prueba de salud mental
El camino entonces parece ser éste: llevar al individuo a que no necesite de soportes para tener armonía consigo mismo y con los demás.

Si esto se logra, se habrá dado un primer e importante paso, y las conductas perversas, de cualquier tipo que fueren, irán disminuyendo, ya que necesitan de un apoyo externo.

También es importante que el profesional esté informado, y sepa utilizar los apoyos que da la tecnología para compartir experiencias con sus pares.
Uniendo una capacitación constante a la comprensión de las diferencias entre los seres humanos, será posible discernir entre quienes pertenecen a una minoría siendo conscientes de ello y quienes no pueden tener la sensación, al menos efímera, de sentirse bien, si no tienen un soporte externo, cualquiera que sea.

Es necesario entonces recuperar el libre albedrío del paciente, intentando que sus opciones sean las que lo lleven a una vida positiva, en la cual los valores que priorizan el propio respeto y el buscar el bien para sí y la sociedad se vayan integrando a la persona para que su conducta lo lleve a una existencia digna de ser vivida. Alberto Auné

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