Alberto Auné
Los combatientes por la vida, la libertad y la dignidad del ser humano deben vivir siempre en la memoria colectiva.
Contenido
- 1. Fin de un siniestro proyecto
- 2. Honremos a quienes lucharon por nosotros
- 3. La memoria, un deber de la sociedad
- 4. Democracia, garantía de libertad
1. Fin de un siniestro proyecto
El 9 de mayo de 1945 capitulaba la Alemania nazi, finalizando la pesadilla del Tercer Reich que sus líderes esperaban durase mil años.
Esta caída se produjo con la entrada de las tropas aliadas en Alemania y el izamiento de la bandera que portaba el Ejército Rojo en el Reichstag.
Un tiempo atrás había caído Mussolini en Italia y los aliados por un lado y los soviéticos por otro habían entrado en los países ocupados por Alemania, liberando a sus pueblos.
Unos meses antes, en Yalta, Theodore Roosevelt, Winston Churchill y José Stalin habían planeado cómo sería el mundo que seguiría al fin del nazismo.
Si bien el mayor conflicto bélico del siglo XX no terminaba aún, ya que faltaba la rendición de Japón, producida después del lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, en agosto de 1945, la caída del régimen nazi marca el comienzo del fin de las hostilidades en su totalidad.
Es el fin de una época, en la que se quiso instalar una idea totalitaria, no por la convicción política sino por el peso de la fuerza, causando millones de muertos, sofocando la libertad, y produciendo entre otros daños irreparables el Holocausto del Pueblo Judío.
2. Honremos a quienes lucharon por nosotros
Durante varios años del siglo XXI, pasada inclusive su primera década, es digno de destacarse el privilegio de la humanidad de contar con la presencia en los actos conmemorativos y luego todo el año en la vida cotidiana de quienes combatieron entonces contra aquel proyecto de dominación mundial y holocausto de quienes se opusieran.
Este presencia constituye, ya que nunca decaerá, para la sociedad de esos años, un acicate para la memoria, para evitar el olvido.
3. La memoria, un deber de la sociedad
En la medida en que los combatientes por la libertad de aquella gesta no están entre nosotros, el riesgo de tomar este recuerdo como algo meramente formal se hace más fuerte.
A ello debe sumarse el renacimiento de fuerzas políticas simpatizantes del nazismo, que están a la espera de cualquier falta de memoria para reivindicar sus banderas ante quienes quizás ya no sepan de qué temas se trata en estas celebraciones.
4. Democracia, garantía de libertad
Es imperioso hoy que la democracia se instale con sus valores de respeto al otro con sus diferencias como un sistema de gobierno fuerte, que sirva de muralla para contener los totalitarismos.
Si esto se logra, la victoria de los pueblos libres contra el nazismo habrá sido un sacrificio valedero, ya que no fue gratuito derrotar a ese régimen, ni en vidas ni en bienes.
Si en cambio las nuevas generaciones no conservan la memoria, o la mantienen de manera frágil, difíciles días esperan a la humanidad.
Está en nosotros, y no en quienes vendrán después, que la respuesta a esta opción sea la positiva. Alberto Auné
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