Alberto Auné
Los diarios gratuitos pueden sobrevivir en un contexto de estabilidad y desarrollo económico. En caso contrario tienen problemas y este emprendimiento así lo demuestra,
Contenido
- 1. Un diario, una historia
- 2. Un estilo atrayente
- 3. Un triste final
- 4. Prensa gratuita y realidad económica
1. Un diario, una historia
Entre el 10 de abril de 2000 y fines de diciembre de 2001 El Diario de Bolsillo llegaba gratuitamente a centenares de miles de personas, repartido en medios de transporte y lugares públicos de Buenos Aires (República Argentina) y otras ciudades importantes de la Argentina. La lectura cada mañana de este matutino ofrecía la base informativa para llegar al lugar de trabajo con un conocimiento general de lo que está sucediendo, que puede refrescarse con un rápido noticiero radial.
2. Un estilo atrayente
La combinación de colores invitaba a la lectura, con unb formato que posibilitaba su manejo en lugares de alta concentración de personas (subte, colectivo) donde muchas veces el matutino comprado debe doblarse, postergando su lectura hasta un momento en el cual la información general ya puede estar desactualizada.
Las noticias tenían una breve redacción, posibilitando también esa síntesis: si no se ha completado la lectura del diario en un viaje al menos ya se han leído algunas páginas completas al llegar a destino.
El agregado de los cupones de descuento en compras daba a este medio un valor agregado, que tiene un efecto: el lector lo lleva a su casa, permitiendo expandir la base de lectores. Esto no ocurría en los primeros ejemplares, que eran muchas veces dejados en asientos de vehículos o subtes o tirados a un cesto de residuos.
Las últimas páginas permitían recordar las mágicas historietas y conocer programación televisiva. Es positivo que la historieta de mayor tamaño haya sido de autor y guionista argentinos.
3. Un triste final
La crisis de fines de 2001 se llevó puestos a este diario -que llegó a distribuir 350.000 ejemplares-, a publiMetro y a muchos otros proyectos.
Así dejó de salir. Mucha gente, como en el caso de publiMetro, lo extraña, así como quienes se hacían unos pesos repartiéndolo por las mañanas en transportes públicos o a la entrada de los subterráneos.
4. Prensa gratuita y realidad económica
Este diario, como tantos otros gratuitos (La Razón y El Argentino, en 2008 también en Buenos Aires) sólo pueden sobrevivir en tiempos de actividad y desarrollo económicos, ya que su único ingreso es la publicidad.
Son un indicador de la recuperación de un país o de su estancamiento, ya que si tienen difusión y lectura es por la publicidad de sus páginas, que es colocada por anunciantes que saben tendrá efecto.
Esperemos que la economía siempre tenga actividad y esto traiga consigo la reaparición de medios como éstos, que informan y dan fuente de trabajo.
Como hemos dicho, estos diarios gratuitos viven de la publicidad… y sin reactivación no hay industria, comercio ni avisos de ningún tipo en cualquier medio.
Ojalá algún día podamos ver nuevamente a este diario en las calles, así como a otros que desaparecieron pero que fueron medios de comunicación y fuentes de trabajo.
También es deseable que se multiplique esta oferta periodística, ofreciendo alternativas al lector y creando nuevas fuentes de trabajo para periodistas, técnicos, diagramadores y distribuidores, entre otros miembros de la estructura que requieren estas propuestas. Alberto Auné
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