Alberto Auné
Oímos sin escuchar, miramos sin ver, hablamos sin pensar.
Las nuevas tecnologías trajeron más confort pero aíslan a los seres humanos unos de otros en forma creciente.
Contenido
1. La tecnología, nuestra compañera
La metrópolis actual es distinta a otras, no sólo en la aglomeración humana, que ha tomado nuevas formas, en especial en avances tecnológicos que llevan a que contemos con nuevos aparatos e instrumentos que nos acompañan cotidianamente.
Esta situación se une al aislamiento en que vivie el ser humano, al requerir cada vez menos de otras personas con quienes trabajar en equipo, ya que las nuevas tecnologías resuelven una cantidad creciente de problemas laborales y profesionales.
Así, estamos rodeados por nuevos sonidos, que son distintos a los de pocos años atrás.
2. Invasión auditiva
Voces que nos hablan desde altoparlantes y los lugares más insólitos, hasta dándonos la bienvenida en ascensores, que a su vez tienen también sonidos nuevos. Música que llega a oídos solitarios, pertenecientes a hombrs y mujeres que en los medios de tranporte están cada vez más aislados en su mundo autista.
Otros sonidos nos llegan desde teléfonos celulares con cada vez más funciones, computadoras de mano, minúsculos reproductores de radio, televisión o sonidos almacenado.
Si detalláramos los nuevos sonidos que irrumpieron en nuestra vida acompañando el desarrollo tecnológico siempre nos faltaría alguno; es imposible hacer una lista pues al finalizar la labor creeremos que está completa pero alguien nos recordaría algo para agregar.
3. La ilusión fugaz de vivir mejor
Así, podemos pensar que nuestra calidad de vida ha tenido un salto en calidad. Sin embargo, no es así.
Todos estos sonidos provienen de instrumentos tecnológicos, grandes o pequeños en tamaño pero siempre transmisores de sensaciones auditivas o visuales artificiales.
Ninguno de ellos puede compararse al canto de un pájaro, el moverse de las hojas de un árbol a causa del viento o el oleaje del mar escuchado desde la playa, entre otros.
Cerremos los ojos y escuchemos los sonidos que nos llegan desde la vida; ésta entrará en nuestro espíritu y comprenderemos que la felicidad no se transmite de manera artificial.
Lo individual dará paso a lo social y solidario; no nos arrepentiremos de esta elección. Alberto Auné
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