27 de enero: Día Internacional de la Memoria del Holocausto

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«Entrance Auschwitz I» by Pimke – Own work. (Fuente: http://www.wikimedia.org)

Alberto Auné

El 27 de enero de 1945 fue liberado por fuerzas soviéticas el campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau, donde el nazismo había dado muerte a miles de judíos en los hornos de cremación.
Esa fecha fue establecida más adelante, por disposición de la Organización de las Naciones Unidas, para conmemorar el Día Oficial de la Memoria del Holocausto y la Prevención de los Crímenes contra la Humanidad.
Además, el 27 de enero de 2005 el Parlamento Europeo decidió instaurar el día 27 de enero como el Día Europeo de la Memoria del Holocausto.
Por ello, durante la semana previa en muchos países se realizan actos de homenaje a las víctimas, que nunca serán los suficientes para recordarlos y honrar su memoria.
El Holocausto o Shoá ha dejado muchas enseñanzas, pero algunas parecerían no haber sido asimiladas lo suficiente por la sociedad. El vértigo de la información, la actualidad, lleva a menudo a concentrarnos en los hechos del presente y no considerar en su análisis el pasado.
Así las escalas de valores que se quieren infundir de manera masiva son asimiladas por gran parte de la sociedad, y la memoria, indispensable para saber por qué ocurren hechos hoy, queda de lado.
A pesar del paso del tiempo y las irrefutables comprobaciones de la historia, el mundo ha contemplado no sólo expresiones que niegan el Holocausto sino a ataques al pueblo judío y a su nación.
En realidad, el Holocausto no ha terminado con la caída del nazismo.
Sus víctimas vuelven a morir en cada hecho producido contra el pueblo judío y contra las minorías que, indefensas, no tienen cómo defenderse ante el ataque de los más poderosos.
Debemos sumar a esto la tolerancia por parte de gobiernos sudamericanos para recibir a militares alemanes y croatas culpables de genocidio después de la Segunda Guerra Mundial, quienes pagaron con oro conseguido ilícitamente la impunidad que les permitió llegar a la muerte en libertad, como el caso de Joseph Mengele. Empero hubo casos como el de Adolf Eichmann, a quien sí fue posible capturar y juzgar en Israel por sus crímenes contra la humanidad.
El Holocausto, reiteramos, no ha terminado ni lo hará mientras el odio por motivos religiosos siga en la sociedad.
Los millones de víctimas de este genocidio ocurrido durante la Segunda Guerra Mundial nos recuerdan la necesidad de lograr paz y tolerancia entre los seres humanos, tanto en Oriente Medio como en el resto del mundo.
La historia nos recuerda, además de Auschwitz, la liberación de un campo de concentración en enero de 1945, en las cercanías de la ciudad polaca de Gdansk.
Al llegar el Ejército Rojo encontró 385 prisioneros… Sólo ellos habían sobrevivido de los más de 120 mil que pasaron por ese lugar, la mayoría polacos.
Los cuerpos, esqueléticos, con ojos que miraban sin comprender a los liberadores, estaban cerca de la cámara de gas que poco tiempo atrás se había llevado la vida de 200 seres humanos por hora.

A su lado, un patíbulo, donde también se habían producido ejecuciones, y un horno crematorio para consumir los cuerpos que ya no tenían vida y ocupar menos espacio, para así recibir a nuevos huéspedes.
Por doquier había trozos de cuerpos, conservados por la temperatura ambiente, inferior a los 30 grados centígrados bajo cero.
Este espectáculo se repetía en otros campos, como el de Auschwitz, liberado el 27 de enero, en este caso multiplicado, ya que fue el lugar en que más víctimas hubo y por ello se tomó este día como conmemoración mundial.
Solamente en este lugar más de un millón de muertos, cifra similar a la de vidas perdidas en la Guerra Civil Española, estaban presentes en espíritu. La memoria de aquella gran tragedia de la humanidad debe perdurar por siempre y corresponde a nosotros que su luz no se apague, para que las generaciones venideras sepan que la paz es una necesidad para el ser humano, sin importar opiniones personales, preferencias políticas o credos religiosos, incluyendo la ausencia de éstos.
El ser humano debe saber que la tragedia del Holocausto no puede repetirse, sin importar el número de víctimas, pocas o muchas, que haya.
Este breve relato se multiplicaba a principios de 1945 en Europa. Parece lejano a nuestro tiempo, a nuestra sociedad, pero fue un hecho real.
Los culpables fueron castigados aunque algunos lograron impunidad, aunque no fueron tantos los que lo hicieron gracias a la labor de un hombre: Simon Wiesenthal, quien dedicó su vida, después de la guerra, a descubrir criminales nazis prófugos en el mundo.
No dejemos que la frivolidad y la lectura fácil de la historia nos hagan olvidar aquellos hechos.
Por eso es importante este día: para que la humanidad no olvide.
Si la memoria comienza a decaer, el huevo de la serpiente que está en algunos países del mundo puede abrirse para dar a luz un monstruo al que será difícil vencer, con el agravante de que la culpa de ello habrá sido nuestra.
El Día Internacional que conmemora esta tragedia muestra el respeto y homenaje al recuerdo de las víctimas, en recuerdo de la liberación de este campo de concentración.
Luchemos por la justicia y la memoria en la sociedad. De esta manera la Justicia dará paz a quienes perdieron su vida, a sus familiares y amigos, y a quienes ven cómo se agrega una víctima a ese listado sin que este hecho tenga la respuesta que merece: el esclarecimiento con la verdad. Alberto Auné

 

 

 

 

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