Alberto Auné
La TV e internet, además de medios escritos, nos acercan los conflictos mundiales y corremos el riesgo de pensar que son hechos lejanos, que no nos conciernen; es necesario revertir este concepto.
La imagen: el dolor invasor
Aunque el mundo ingresó en el siglo XXI, las guerras siguen conmoviendo al mundo y causando pérdidas de todo tipo, incluida la más valiosa que es la de la vida humana.
Esto se ha verificado con la difusión en redes sociales de hechos atroces que ofenden la dignidad del ser humano, como el violento asesinato del rehén de terroristas autodenominados islámicos James Foley y otras personas privadas de su libertad en similar situación, en agosto de 2014.
La vorágine de la información nos permite seguir en forma simultánea los desarrollos bélicos, a tal punto que nos acostumbramos a la destrucción y la muerte como algo cotidiano, que no nos asombra.
La imagen, que según el conocido refrán vale más que mil palabras, nos ha llevado así a insensibilizarnos, como puede verificarse al observar la sociedad estos hechos con consideraciones sobre la lejanía geográfica en que se producen.
El zapping televisivo nos hace pasar de publicidad a películas de tipo comedia o superficial, de allí a programas periodísticos y entre canal y canal se infiltran imágenes que nos dicen que hay seres humanos que sufren. En internet los portales de los grandes medios mezclan el horror con la frivolidad en una actitud similar.
Las víctimas de la guerra: hermanos sólo en apariencia diferentes
Son personas como nosotros, aunque su color de piel sea distinto al nuestro y no entendamos el idioma en que hablan o profesen una fe religiosa distinta a la que colma nuestro espíritu en momentos felices o difíciles.
Su dolor en la tragedia debe conmovernos tanto como el que pueda sentir alguien cercano geográfica o familiarmente a nosotros. Todos los seres humanos somos iguales y no hay entre nosotros diferencia.
Despertemos la conciencia de la necesidad de la paz
Hay muchos caminos para ayudar a la paz entre los hombres y los pueblos; uno de ellos es intentar hacer comprender a quienes nos rodean que la guerra no es la salida a los problemas entre naciones o sectores de un país.
Podemos cumplir una importante labor docente cada vez que aparecen estas imágenes, señalando que son fruto de la incomprensión y el odio, los que deben ser extirpados sin límites geográficos, y que ningún pueblo, incluso aquel del que formamos parte, está exento de este peligro.
Hablemos en especial a nuestros hijos, que se enfrentan a la civilización de la imagen quizás sin tener demasiada conciencia de lo que ésta muestra.
Así crearemos conciencia, para lograr que un día las imágenes y los textos de los medios de difusión muestren un mundo en paz, con pueblos que conviven buscando progreso y felicidad. Alberto Auné
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