Alberto Auné
Amó a la literatura y a su Patria con pasión, dedicándoles la vida y el esfuerzo
Este gran escritor, periodista y político argentino transmitió a través de su vida y obra valores éticos y ciudadanos que mantienen plena vigencia.
Contenido
1. Una vida dedicada a la palabra en sus múltiples formas
La obra literaria de Olegario Víctor Andrade está identificada con la provincia de Entre Ríos (República Argentina), en especial con Gualeguaychú, aunque nació en Alegrete, Brasil, el de de marzo de 1839.
Eso se debió a que sus padres, María Marta Burgos y Mariano Andrade se encontraban en Brasil, un país más tranquilo políticamente que la Argentina, donde muchos eran perseguidos por el gobierno de Juan Manuel de Rosas.
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Olegario Víctor Andrade
(Fuente: www.wikimedia.org)
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Seis años después regresaron a esa ciudad entrerriana.
Su vinculación con esa provincia se fundamenta no solamente en el largo período de tiempo que en ella vivió, habiendo cursado estudios en el Colegio de Concepción del Uruguay, ya que también tuvo una activa participación política y periodismo; conociendo personalmente a Justo José de Urquiza, a quien mucho admiraba y a cuya causa sirvió.
Esta vinculación comenzó en 1848, cuando al escribir una alocución patriótica ésta llegó a conocimiento de un militar, el coronel Rosendo Fraga, quien lo recomendó al entonces gobernador y luego vencedor de Rosas en la batalla de Caseros para que el joven ingresara a esa institución educativa.
Este paso fue muy importante para Andrade, ya que sus padres habían fallecido y él estaba pasando por una difícil situación, a la que pudo superar gracias a la amistad de varios condiscípulos a los que conociera durante sus estudios de enseñanza media, entre los que estaban Victorino de la Plaza y Julio Argentino Roca, quienes fueron Presidentes de la Nación, el segundo en dos oportunidades.
Al finalizar sus estudios, en 1857, contrajo matrimonio con Eloísa González, con quien tuvo una numerosa descendencia.
Su actividad periodística se expresó en medios como los periódicos El Paraná, El Mercantil y La América, este último dirigido por Agustín de Vedia.
En sus escritos, Olegario V. Andrade expresa sin tapujos las que consideraba sus verdades, no aceptadas por los poderes de turno pero que representaban el sentimiento de muchos argentinos.
En uno de sus artículos expresa entre otros los siguientes conceptos:
”Vuelve la prensa que se apellida libre, ilustrada, poseedora del testamento de los principios que regeneran la vida de los pueblos, a pedir la mordaza para la palabra, la cárcel para la idea, el socorro de la fuerza bruta para ahogar la expansión del sentimiento ingenuo de un partido político… ‘¡A la cárcel!’ con los escritores oscuros de Entre Ríos que osan evocar la imagen del honor patrio contra la Alianza concebida por Rivadavia en medio del estruendo del alborozo de un triunfo y realizada por Mitre en medio del clamoreo de una contienda civil!”.
Fue también diputado provincial en Santa Fe en 1859, dejando luego la banca después de momentos ingratos debidos a cuestiones políticas.
Radicado en la ciudad de Buenos Aires, donde trabajó en política y en periodismo, llegó a obtener en 1878 una banca de diputado en el Congreso Nacional, en mucho gracias al apoyo de un amigo que llegara a ser Presidente de la Nación: Nicolás Avellaneda, quien lo introdujo en el Partido Autonomista, por el cual fue legislador.
2,. Una obra literaria trascendente
Su primer y casi olvidado poema fue La flor de mi esperanza, al que siguió una gran actividad literaria. En ella la mayor trascendencia llegó con sus últimos trabajos poéticos, viviendo en la ciudad de Buenos Aires.
La serie de grandes cantos de este escritor comienza con una obra que alcanzara gran difusión en el ámbito escolar, reproducida en muchos libros de lectura: El nido de cóndores, que fuera recitada por el doctor Mariano Varela en el Teatro Colón el 25 de mayo de 1877, en el acto patriótico en celebración de la Revolución con el que se iniciara la recolección de fondos para lograr la repatriación de los restos del general José de San Martín, lo que ocurriría tres años después.
Estos versos, recordatorios de la gesta del prócer al cruzar los Andes para liberar a Chile y Perú, dieron la inmortalidad a su autor.
Muchos alumnos, en actos escolares y a lo largo de generaciones, repitieron aquel comienzo:
En la negra tiniebla se destaca,
como un brazo extendido hacia el vacío
para imponer silencio a sus rumores,
un peñasco sombrío.
El poema asombra, cautiva al lector, lo lleva a imaginar la Gran Gesta Patria que diera la libertad a tres naciones, despertando en su alma el ardor patriótico.
El cóndor estará cuando el Libertador regrese a su país desde Francia, donde había fallecido el 17 de agosto de 1950 en Boulogne-Sur-Mer, para el eterno reposo; así lo adelantan los últimos versos de la obra:
¡Y allá estará! Cuando la nave asome
portadora del héroe y de la gloria.
Cuando el mar patagón alce a su paso
los himnos de victoria,
volverá a saludarlo, como un día
en la cumbre del Ande,
para decir al mundo: ¡Éste es el grande!
El cóndor es, según recuerda Andrade, “el viejo morador de la montaña”.
Otra de sus obras poéticas, El arpa perdida, recuerda la desaparición del poeta Esteban de Luca (1786-1824) en el naufragio en el Río de la Plata, en marzo de 1824, del bergantín La Agénoria, en el cual viajaban el doctor Valentín Gómez, ministro argentino en la Corte del Janeiro, y su secretario, el mencionado poeta.
Los pasajeros en su mayoría se salvaron, ya que fueron rescatados por otro buque, pero De Luca se subió a una frágil embarcación formada con tablas y desapareció en el Río de la Plata, sin ser hallado su cuerpo.
Este gran poeta había escrito obras como Al pueblo de Buenos Aires y Canto Lírico a la Libertad de Lima, entre otras.
El poema de Andrade en homenaje a Esteban de Luca concluye de forma simbólica y majestuosa, incluyendo dos licencias poéticas, una de ellas en el primer y otra en el cuarto verso:
Desde entonce, el viajero
oye en la noche plácida y serena,
o entre el rumor de la tormenta brava,
como el eco de dulce cantilena
que de lejos lo llama;
es el arpa perdida,
el arpa del poeta peregrino
casi olvidado de la patria ingrata,
que duerme entre los juncos de la orilla
del turbulento y caudaloso Plata.
El poema San Martín, que Andrade escribiera para el centenario del nacimiento del Libertador, celebrado el 25 de febrero de 1878, es un homenaje a la augusta figura del prócer. Concluye, como otras de sus obras, en una invocación respetuosa y de homenaje a la figura del Gran Capitán:
No morirá tu nombre!
ni dejará de resonar un día
tu grito de batalla,
mientras haya en los Andes una roca
y un cóndor en su cúspide bravía.
¡Está escrito en la cima y en la playa,
en el monte, en el valle, por doquiera
que alcanza de Misiones al Estrecho
la sombra colosal de tu bandera!
Su gran obra sobre el porvenir de la raza latina en el continente americano es Atlántida, poema publicado en octubre de 1881,
Este poema inspiró a Constancio C. Vigil, editor incansable y escritor, autor de cuentos para niños y libros como El Erial, destinado a formar valores en los niños, para fundar una revista con el nombre de la obra. En el primer número de la publicación, el 7 de marzo de 1918, publicó el poema, mostrando que sus versos inspirarían el nuevo emprendimiento.
América sería el nuevo continente de esperanza:
Aquí va a realizar lo que no pudo
el mundo antiguo en los escombros yertos:
la más bella visión de las visiones!
al himno colosal de los desiertos
la eterna comunión de las naciones.
También el gran poeta homenajeó, en Prometeo, al titán que fuera ejemplo de los hombres, exhortando a quienes aman la cultura y el pensamiento libres a sobrevivir al embate totalitario:
¡Arriba, pensadores
que el espíritu humano sale ileso
del cadalso y la hoguera!
Entre otros poemas de Andrade podemos también mencionar La noche de Mendoza, Oda al general Angel Vicente Peñaloza y La vuelta al hogar. En este último trabajo destacamos el primer verso, que ha quedado en el inconsciente colectivo; mucha gente lo repite sin saber su origen.
La primera estrofa, que lo contiene, dice:
Todo está como era entonces:
La casa, la calle, el río,
Los árboles con sus hojas
Y las ramas con sus nidos.
En el poema a Peñaloza su palabra poética le rinde un certero y merecido homenaje:
¡Mártir del pueblo! tu gigante talla
más grande y majestuosa se levanta
que entre el solemne horror de la batalla,
cuando de fierro la sangrienta valla
servía de pedestal para tu planta.
¡Mártir del pueblo! víctima expiatoria
inmolada en el ara de una idea,
te has dormido en los brazos de la historia
con la inmortal diadema de la gloria
que del genio un relámpago clarea.
También se levanta su voz en 1865, cuando antes de la guerra de la Triple Alianza, quizás como anuncio de lo que en ella ocurriría, es arrasada la ciudad de Paysandú, en el poema que lleva el nombre de esta localidad:
¡Sombra de Paysandú!
¡Sombra gigante que velas los despojos de la gloria!
Urna de las reliquias del martirio,
¡espectro vengador!
¡sombra de Paysandú!
¡Lecho de muerte, donde la libertad cayó violada!
¡Altar de los supremos sacrificios,
Santuario del valor!
3. Una pluma al servicio de la Patria
El escribir poesía no lo privó de la prosa política. Fue opositor a Bernardino Rivadavia, Juan Manuel de Rosas y Bartolomé Mitre, además de partidario de Urquiza.
El 11 de septiembre de 1852 Buenos Aires se separa de la Confederación y Andrade denuncia el hecho en el poema Once de septiembre.
En 1866 publicó el folleto Las dos políticas, en el que resume los conflictos que agobiaban al país señalando la oposición entre los intereses de la oligarquía, representados por sectores porteños, y el proyecto nacional, impulsado por las provincias del interior argentino.
Este esquema es retomado, con las variantes propias de los cambios producidos con el tiempo, por sectores del campo social nacional y popular, en especial del peronismo, movimiento surgido en 1945.
4. La Masonería, su escuela de vida
Alcibíades Lappas recuerda en su libro La Masonería Argentina a través de sus Hombres que Andrade pertenecía a esta augusta orden iniciática y escuela de vida, entre cuyos miembros en la Argentina se contaron Presidentes de la Nación, políticos, escritores y personalidades de distintos sectores.
Con esta información es más fácil comprender el porqué de su convencimiento democrático y su lucha por los ideales de la libertad y la democracia.
Según este autor Andrade fue iniciado en 1862 en la Logia San Juan de la Fe de Paraná, siendo además miembro honorario de la Logia Unión y Filantropía (número 56) de Gualeguaychú.
5. Su partida y el homenaje ciudadano
En abril de 1882 Andrade pasó por una de las experiencias más dolorosas que puede alcanzar el ser humano: falleció su hija Lelia, un hecho que dañó su ánimo y su salud de manera irreversible.
Este gran poeta, político y periodista falleció el 30 de octubre de ese año.
En su sepelio recibió el merecido homenaje de sus conciudadanos. Se leyeron algunas de sus obras y pronunció un discurso el entonces Presidente de la Nación, Julio Argentino Roca, quien, como señaláramos, había sido su condiscípulo y amigo en la escuela secundaria.
En 1924 fue erigido un busto en homenaje a Olegario Vicente Andrade en los jardines de Palermo, en la ciudad de Buenos Aires.
En el acto en que se descubrió esa escultura habló Paul Groussac (1848-1929), escritor francoargentino, quien fuera director de la Biblioteca Nacional.
Groussac había expresado anteriormente, cuando el Congreso Nacional autorizara a través de una ley la publicación de las obras completas de Andrade en un volumen aparecido como homenaje póstumo en 1887:
“Si se tratara para la República Argentina de enviar su representación a unos modernos Juegos Olímpicos de la poesía universal, lo mismo los lectores vulgares que los cultos elegirían a Andrade sin vacilación”.
6. Un compromiso con la vida, la Patria y la palabra
Olegario Víctor Andrade fue un escritor comprometido con su país y con su tiempo.
Sus escritos políticos muestran su rechazo a toda forma de gobierno autoritario o de pensamiento único.
La obra poética que nos legara está en el inconsciente colectivo ya que muchos alumnos han escuchado o recitado alguno de sus trabajos en actos escolares.
Las revistas argentinas para niños publicaron mucho tiempo, en ocasión de efemérides patrias, sus poemas, a menudo con ilustraciones de grandes artistas. Hoy esta difusión de su obra es menos frecuente.
Tanto las publicaciones para alumnos como otros medios, en especial internet, no deben dejar que el tiempo lleve sus trabajos al olvido.
Este artículo tiene la intención no sólo de recordarlo sino también de colaborar en la difusión de sus trabajos y el conocimiento de la vida y obra de este gran ciudadano y hombre de bien.
El legado de su obra no se apagará, pues los valores que ésta presenta pertenecen a todas las generaciones. Alberto Auné
Bibliografía:
– Andrade, Olegario Víctor: Obras varias consultadas.
. Lappas, Alcibíades: La Masonería Argentina a través de sus Hombres. Buenos Aires, Talleres Gráficos de Impresora Belgrano S.A., 1966.
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