Ricardo Palma, gran historiador en sus Tradiciones Peruanas

· Alberto Auné, arte, literatura, Perú
Autores

Alberto Auné

Un gran escritor e historiador de costumbres

Ricardo Palma, escritor peruano de gran producción en narrativa, ensayo, poesía y otros géneros y estilos, nació en Lima el 7 de febrero de 1833 y falleció en Miraflores, Lima, el 6 de octubre de 1919.

La niñez de Palma se desarrolló en los años cercanos a la Independencia del Perú. Como todo cambio político no trae en forma inmediata una  transformación cultural en la sociedad, este escritor pudo conocer las tradiciones de la región originadas en las costumbres de origen virreinal. Supo ir más allá, llegando a la época precolombina, siendo un avezado cronista de esa forma de vida, que transmitió a las futuras generaciones.

Desarrolló también una activa participación en política, pero la obra que lo ha hecho más conocido es Tradiciones Peruanas, libro que es estudiado en colegios, escuelas y universidades de América no solamente como narrativa sino también por la realidad  histórica que transmite.

Como militar sirvió en la Armada de su país, participando en la guerra con Ecuador a fines de la década de 1850.

Por cuestiones políticas, al fracasar un levantamiento militar, debió dejar Perú para radicarse en Chile, donde pasó tres años en Valparaíso.

En 1863 regresó a su país, siendo nombrado cónsul en Brasil, pero no ejerció y viajó a Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos.

Participó en otro levantamiento militar y fue secretario del Presidente coronel José Balta en 1868. También fue senador y luego se dedicó a las letras.

Fue director de la Biblioteca Nacional, que debía reconstruirse después de la guerra con Chile y dirige en una memorable gestión, inaugurándola en 1884 y dirigiéndola hasta 1912 y luego de un interregno regresa como director honorario en 1914, cargo que ostenta por dos años.

Sus primeros trabajos literarios fueron poesías, publicadas en 1848 en el diario El Comercio. Además escribía críticas de espectáculos y obras teatrales, eso último sin mucha repercusión.

Publicó su primer libro en prosa, Corona patriótica, en 1853 y luego aparecen sus trabajos poéticos y una compilación de autores de este estilo literario de Perú, Chile y Bolivia.

Trabajó en periodismo, en especial en el género satírico, desde muy joven, a los quince años. Fue redactor de importantes medios, entre ellos El Correo de Lima y La Prensa, diario de Buenos Aires, Argentina.

Pero donde ha trascendido Palma es en su trabajo en el género histórico, habiendo escrito entre otras obras los Anales de la Inquisición de Lima, en 1863.

Este gran autor pertenecía a la Masonería, orden iniciática de gran influencia en la historia y a la cual pertenecieron grandes personajes históricos en América. En el siglo XIX la enemistad entre la Iglesia y esta institución era muy fuerte. Palma escribió en 1886 Refutación a un compendio de historia del Perú, trabajo que contenía un ataque tan fuerte contra la Compañía de Jesús, que llevó a que el Congreso de su país dispusiera la prohibición de la actividad de esta orden y la expulsión de los jesuitas de territorio peruano.

Presidió la Academia Peruana de la Lengua desde que ésta fuera fundada, en 1887, impulsando nuevos vocablos, como mostró en sus libros Neologismos y americanismos (1896) y Papeletas lexicográficas, publicados en 1896 y 1903 respectivamente.

Publicó relatos breves desde 1859, que derivarían más tarde en las Tradiciones Peruanas, nombre que fuera usado inicialmente en 1854 en un texto de nombre Infernum el hechicero, pero la primera serie de las Tradiciones fue publicada en 1872, cuando decide dedicarse por entero a la literatura.

Las Tradiciones están escritas a partir de hechos históricos y populares.

El segundo de los volúmenes apareció en 1874 y a partir de allí hubo cuatro más, seis series en total, a las que hay que agregar Ropa vieja y Ropa apolillada.

El título Tradiciones Peruanas se usó por primera vez en la edición de cuatro tomos aparecida en Barcelona entre 1893 y 1896.

Pero allí no terminó el trabajo de Palma, que publicó después Tradiciones y artículos históricos, Cachivaches, Mis últimas tradiciones peruanas y cachivachería y Apéndice a mis últimas tradiciones peruanas.

La edición definitiva de las Tradiciones Peruanas estuvo a cargo, después de la muerte del escritor, de sus hijas Augusta y Renée, en seis tomos, contando con el apoyo del Gobierno peruano, con el propósito de legar a la posteridad la obra de este gran autor.

Palma, cronista de historia y costumbres

Como escritor, el género por el cual lo recordamos, basado en la historia y las costumbres de su pueblo, fue bautizado por él mismo como «tradiciones», las que, aclara, «más que mías son de ese cronista que se llama el pueblo».

Esta calificación no fue aceptada por todos los críticos, ya que hubo quien señalara contradicciones entre esta forma de escribir, cercana al pueblo y coloquial, y la visión de Palma favorable al liberalismo en la política y la forma de gobernar

El pensador, jurista, diplomático, político y escritor peruano Víctor Andrés Belaúnde (1883-1966) señaló sin embargo:

«El romanticismo liberal fue la corriente que dominó en el Perú del 50 al 60 y Palma fue romántico en literatura y liberal en política. No encuentro justificada la oposición que señala Riva Agüero entre el romanticismo que representa el culto de la tradición y del pasado y el radicalismo, que sueña con un progreso de reformas para el futuro».

Más adelante, también en Perú, otro gran escritor, Manuel González Prada (1844-1918), sería ejemplo de romántico y modernista.

La niñez de Palma se desarrolló en los años cercanos a la Independencia del Perú. Como todo cambio político no trae en forma inmediata una  transformación cultural en la sociedad, este escritor pudo conocer las tradiciones de la región originadas en las costumbres de origen virreinal. Supo ir más allá, llegando a la época precolombina, siendo un avezado cronista de esa forma de vida, que transmitió a las futuras generaciones.

Edith Palma señaló en el prologo a las Tradiciones Peruanas Completas, obra publicada por Editorial Aguilar, en Madrid, 1957:

«En las Tradiciones se opera la realización espontánea del tiempo sin prejuicios, la referencia al ayer y al hoy en forma normal. El lenguaje, el asunto, los personajes, denuncian a cada paso su condición de continuidad del fenómeno que relata. Lo vivo, en este caso lo antiguo como lo moderno, corre por los cauces del estilo de las Tradiciones sin alharacas, con la sencillez y la naturalidad de las ardientes formas vivas».

Las Tradiciones comenzaron a publicarse en 1872 en forma de series, algunas con nombres como Ropa vieja, Ropa apolillada, Cachivaches, etcétera.

Abarcan toda la historia del Perú, incluyendo personajes no solamente destacados sino también muchos otros que si no fuera por estas crónicas hubieran quedado en el olvido. Aquí, en el rescate del ser humano protagonista de la historia, reside uno de los grandes méritos de esta obra. Ser cronista de su época es un privilegio y una responsabilidad que no todos cumplen y Palma lo hizo con creces.

En los textos quizás sencillos está presente la profundidad de una investigación que supo llegar atrás en la historia. Por eso, para conocer la cultura y la sociedad del Perú debemos abrevar en esta fuente, que nos permite conocer inclusive el porqué de algunas costumbres que traspasan la historia llegando a nuestros días..

El ensayista argentino Enrique Anderson Imbert (1910-2000) expresó:

«La estructura de las Tradiciones es también compleja. La combinación de documento histórico y acción narrativa es desordenada, cambiante, libre. A veces ni siquiera hay estructura, pues suele ocurrir que se desmoronan los hechos y sofocan el relato. O, en una tradición, hay muchas otras tradiciones menores trabajando más dentro de otras. El granero de enredos, situaciones y caracteres interesantes es tan copioso que toda una familia de cuentistas podría alimentarse allí. Una frase suele ser el grano de un cuento posible».

La primera de las Tradiciones, en orden cronológico, podría situarse hipotéticamente, ya que su autor da este dato cronológico, en el año 1180, en el Perú incaico. Es La gruta de las maravillas; centenares de tradiciones posteriores  nos llevan hasta la década de 1880 en la que se sitúan los capítulos finales.

En todo el período comprendido transcurren cientos de cuadros del Perú incaico, virreinal, de la Independencia y de la época constitucional, además de cientos de personajes.

El género de la tradición, del cual Palma fue un maestro que inspiró a otros autores, fue también cultivado en otros países de América.

Los chilenos Bernardo Del Solar Marín, político y abogado (1800-1868) y Miguel Luis Amunátegui Aldunate, historiador y político (1828-1888), los argentinos Pastor Obligado, abogado, militar y político (1818-1870) y Bernardo Frías, jurisconsulto y escritor (1866-1930), fueron algunos de los autores, que recibieron la influencia de Palma.

El historiador, abogado, escritor y senador peruano Raúl Porras Barrenechea (1897-1960) calificó a Palma como Segundo Fundador de Lima, debido a la trascendencia universal de las Tradiciones y su aporte a la cultura del país.

Los estudiosos de su obra George W. Umphrey y Carlos García-Prada escribieron sobre este gran escritor:

“Ricardo Palma era un mestizo representativo del siglo XIX, vale decir, un americano nuevo, inestable, en vía de formación: un espíritu sin orientación clara, precisa, definida, que se hallaba atraído por valores y realidades opuestas de fuerza para él irresistible: un espíritu en busca de su propio equilibrio. Esto lo vemos en su carácter, en su vida, en sus escritos. Quería una síntesis que no comprendía bien, y que en él actuaba de continuo. Era americano y procedía del pueblo, pero se doblegaba ante el prestigio de la aristocracia española, peninsular o americana. Se intitulaba ‘liberal’ y hacía campañas anticlericales, pero lisonjeaba a las clases conservadoras, y simpatizaba aún con los carlistas de España; se condolía de los pobres y de los humildes, pero pelechaba con los poderosos y se enorgullecía de los honores que le conferían a cambio de sus zalemas literarias; amaba el orden, la limpieza y el primor, pero se ‘perecía’ por lo abigarrado y por lo sucio si le parecían pintorescos y divertidos; cultivaba el idioma con esmeros de académico, pero lo ‘matizaba’ de vulgarismos, si ello le daba sabor a sus travesuras y picardías”.

Una herencia que trasciende al tiempo

El legado de Ricardo Palma trasciende al Perú, siendo ejemplo de escritor, cronista e historiador. Las tradiciones son su legado; al leerlas lo pasado se hará realidad en el hoy reviviendo costumbres que no deben quedar en el olvido.

Su país lo recuerda con el respeto que merece. Una universidad lleva su nombre, así como otras instituciones educativas, calles y entidades culturales. Su obra vive en la memoria de su pueblo, garantía de permanencia de su legado. Alberto Auné

Ricardo Palma con su familia. Foto reproducida y retocada por Davis Valdez (Fuente: http://www.wikimedia.org)

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