Alberto Auné
La sociedad de Mayo de 1810 y la música
La Revolución de Mayo y los sucesos posteriores que fueron afirmando el surgimiento a partir de 1810, que llevarían a la declaración de la Independencia el 9 de julio de 1816, merecieron numerosas celebraciones populares, en las cuales estuvo presente el arte en sus distintas manifestaciones, como el teatro, la poesía y por supuesto la música.
El espíritu revolucionario, que se había expresado de manera clara en la gesta de mayo de 1810, salió a la superficie de la vida social, con una población que sin dudarlo apoyó la causa de la libertad.
Las manifestaciones no fueron solamente verbales y en círculos familiares o vecinales, sino que pasaron a niveles artísticos: música, baile, poesía, teatro; todas las formas de expresión, incluyendo el periodismo, dijeron presente en la lucha por la nueva nación que estaba surgiendo ante los pueblos del mundo, para tener un protagonismo que seguiría en diferentes tiempos de la historia.
Los poetas exaltaron la gesta patriótica, con gran recepción popular, uniéndose otras formas del arte, como la lírica y la letra de canciones, a lo que se suma el surgimiento de nuevos artistas que unían el arte con el sentimiento patriótico.
Buscando la canción que represente a la Patria
El 7 de junio de 1810 Mariano Moreno (1778-1811), abogado, político y periodista que fuera secretario de la Primera Junta de Gobierno, surgida el 25 de mayo de ese año, fundó La Gazeta de Buenos Ayres, periódico que buscaba difundir los actos de la entonces recientemente creada Junta de Gobierno y los ideales revolucionarios.
Allí se publicó el 15 de noviembre de 1810 un canto patriótico, escrito según el historiador José Antonio Pillado (1719-1799) y otros autores por el poeta y militar Esteban de Luca (1786-1824), que fue armonizado por Josué T. Wilkes.
De Luca fue militar y diplomático, llegando a ser secretario del sacerdote y político Valentín Gómez (1774-1839) en una importante misión al Brasil, falleciendo al regreso de esa actividad al hundirse el bergantín en que viajaba.
En la publicación en ese medio se la presenta como «Marcha Patriótica compuesta por un ciudadano de Buenos Aires, para cantar con la música que otro ciudadano está arreglando».
Esta marcha fue difundida como canción nacional hasta que la Asamblea Constituyente de 1813 oficializó como Himno Nacional Argentino la pieza musical escrita por Vicente López y Planes, con música de Blas Parera.
Antes de este nombre oficial fue denominada Marcha Patriótica, luego Canción Patriótica Nacional y posteriormente quedó en Canción Patriótica.
Recordemos algunos de sus versos:
La América toda / se conmueve al fin / y a sus caros hijos / convoca a la lid.
A la lid tremenda / que va a destruir / a cuantos tiranos / la osan oprimir.
La patria en cadenas / no vuelva ya a gemir. / En su auxilio todos / la espada ceñid.
El padre a sus hijos / pueda ya decir: / «gozad de derechos / que yo no conocí».
La patria en cadenas / no vuelva ya a gemir. / En su auxilio todos / la espada ceñid.
Sudamericanos, / mirad ya lucir / de la dulce patria / la aurora feliz.
Entre las obras poéticas escritas por De Luca, en honor a gestas patrióticas, están A la victoria de Maipo, A la libertad de Lima, A la muerte de Belgrano y Al pueblo de Buenos Aires. Su obra buscaba, y lo logró, despertar en el pueblo sentimientos de admiración a la gesta revolucionaria y a sus héroes.
De esta última recordamos algunas de sus estrofas, que conmovieron a los habitantes de la que sería más adelante la ciudad capital de la República Argentina, respetando la ortografía de entonces:
La hermosa Buenos Aires, destinada / Á dar un alto ejemplo / De justicia y poder, á abrir el templo / Del honor en su seno, atribulada / Se verá y confundida, si sus hijos / El juramento olvidan, / Que á la virtud hicieron / El día en que emprendieron / Dar á la Patria libertad y gloria; / Si olvidan que debieron / Al denuedo y trabajo la victoria, / Cierta será la ruina / De la gran capital, cuando adorada / Por la prole Argentina / Llegue á verse la pompa del Oriente; / Cuando en ora fatal abandonada / Al ocio muelle y femenil halago / En engañosa paz duerma imprudente. / Empezará su estrago / El día en que asaltare la codicia / Sus pechos generosos. ¡Ah! Entonces / El trono ocuparán de la Justicia / La doblez, el engaño y la malicia.
¡Oh fuertes Argentinos! / Tanto mal evitad, abandonando / La ciudad populosa, dó mil plagas / Se están en vuestro daño preparando: / Á los campos corred, que hasta hoy desiertos / Por la mano del hombre están clamando: / Volad desde las playas arenosas / Que bañan mis corrientes, / Hasta dó marcha á sepultarse Febo; / Y ocupad en trabajos inocentes / El tiempo fugitivo, que insensible / De continuo os arrastra / Hacia la margen del sepulcro horrible.
Sus letras son épicas, buscando exaltar a través de la poesía unida a la música el sentimiento patriótico que se expandía entre la población.
El 22 de julio de 1812 el Triunvirato envía al Cabildo una comunicación, en la que “se recomienda muy eficazmente al patriótico celo de V.E. el que se encargue de mandar hacer una composición sencilla, pero majestuosa e imponente (…) que en todos los espectáculos públicos se entone al principio de ellos, con la dignidad que corresponde a la marcha de la patria, debiendo en el entretanto permanecer los concurrentes en pie y destocados”.
Esa canción sería entonada en las escuelas de primeras letras y una vez por semana en la Plaza de la Victoria, más tarde denominada Plaza de Mayo, frente a la Pirámide que conmemoraba la formación de la Primera Junta de Gobierno. Esta primera Pirámide, presentada en mayo de 1811, era de madera y según varios historiadores está adentro de la que se erigiera posteriormente.
El Cabildo delega para tan honrosa misión al regidor Manuel José García Ferreyra (1784-1848), destacado político, jurista, diplomático y economista, quien a su vez encomienda la redacción del texto a Fray Cayetano Rodríguez (1761-1823), quien culmina su trabajo en julio de 1812, siendo aprobada la letra por el Cabildo, que ordena se la acompañe con música.
Este religioso, comprometido con la lucha revolucionaria desde los comienzos de la gesta patriótica, fue diputado en el Congreso de Tucumán del 9 de julio de 1816, firmando con sus pares la declaración de la Independencia.
Además escribió otras piezas poéticas, en honor a Carlos María de Alvear, del Cruce de los Andes y de la Victoria de Chacabuco, destacándose además el panegírico en honor del General Manuel Belgrano, creador de la Bandera Nacional, quien falleciera el 20 de junio de 1820.
Manuel José García convocó a Blas Parera, quien ya había realizado partituras para otras piezas poéticas, para escribir la música, que es aprobada.
Así, el 1º de noviembre de 1812 se estrena la pieza en el Cabildo, después de lo cual las autoridades recomiendan que los estudiantes entonen la canción patria una vez por mes, en día festivo.
El 6 de marzo de ese año la Asamblea General Constituyente convocó una vez más a poetas y músicos, para la creación de una canción patria que resuma los ideales de la Revolución de Mayo y simbolice el patriotismo del pueblo.
Nace el Himno Nacional Argentino
Fray Cayetano Rodríguez y Vicente López y Planes preparan, cada uno por su lado, un nuevo texto. Durante la sesión del 11 de mayo de 1813, López y Planes da a conocer su obra y obtiene la aprobación unánime de la Asamblea, incluido Fray Cayetano, quien admirado por la pieza musical que escucha toma la patriótica decisión de retirar su propuesta, para que la decisión sea tomada a favor de la canción que sería designada como símbolo patrio.
La aprobación fue comunicada a los gobiernos locales de las entonces Provincias Unidas.
Hay quienes señalan que esta obra se entonó por vez primera el 25 de mayo de 1813 en la Plaza de la Victoria y el mismo día, por la noche, se cantó con gran entusiasmo del público en el Coliseo Provisional.
El abogado, político, escritor y militar Pastor Obligado (1818-1870), quien fuera gobernador de la provincia de Buenos Aires, sostiene en su obra Tradiciones, que la Canción Patriótica, que luego sería el Himno Nacional Argentino, se cantó por primera vez a coro, con la música de Parera, en el salón de Mariquita Sánchez y que ella acompañó a Parera ejecutando el arpa.
Mariquita Sánchez de Thompson, quien había nacido en Buenos Aires en 1786 y falleciera en la misma ciudad en 1868, era una dama de la sociedad, que efectuaba en su casa reuniones sociales y artísticas. Vivía en la calle Florida al 200 (este texto está escrito en 2015, cuando esa arteria tiene ese nombre), en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que hoy es un local comercial.
Cada año, frente a ese domicilio, donde según la tradición Mariquita Sánchez cantara por primera vez la canción patria el 11 de mayo de 1813, se celebra en esa fecha el Día del Himno y una banda militar lo entona en homenaje a los patriotas de entonces.
Una placa en ese lugar recuerda el hecho, para ser conocido y quedar como merece en la memoria colectiva.
Mariquita, además de apoyar la causa revolucionaria, como otras personas de la sociedad de entonces, amaba la música y sabía tocar el arpa y el clavecín o piano.
Los autores del Himno Nacional
López y Planes había sido oficial del Regimiento de Patricios, siendo ascendido a capitán por la valentía demostrada durante las Invasiones Inglesas. Además, participó en el Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810 y desempeñó otros cargos, como secretario del Jefe del Ejército Auxiliar y secretario de Hacienda del Primer Triunvirato y diputado de la Asamblea Constituyente de 1813.
Cuando renunció Bernardino Rivadavia en 1827, fue aunque brevemente, Presidente Provisional de la República y presidente del Tribunal de Justicia bajo el gobierno de Juan Manuel de Rosas.
Después de la victoria de Justo José de Urquiza sobre Juan Manuel de Rosas en Caseros el 3 de febrero de 1852 fue gobernador de Buenos Aires y uno de los firmantes del Acuerdo de San Nicolás (1852). Murió en la ciudad de Buenos Aires, donde había nacido, en 1856, con 71 años de edad.
La música fue nuevamente encargada a Blas Parera, quien había nacido en España en 1776, con una vida dedicada al arte musical.
Fue intérprete de órgano, clavecín y violoncelo, además de director de orquesta, compositor y docente de esta rama del arte. En 1797 llegó a Buenos Aires, siendo organista en las iglesias Catedral, de San Ignacio y Nuestra Señora de la Merced.
En 1803 fue intérprete y director de orquesta en el Teatro Coliseo. Después luchó en las Invasiones Inglesas del lado de quienes las resistieron, con sus compatriotas del Batallón de Voluntarios Urbanos Miñones de Cataluña.
En 1810 tuvo a su cargo la música de varios cantos patrióticos, escribiendo entre otras piezas el Canto a la Memoria de Mariano Moreno.
Compuso la música del Himno Nacional, poniendo en esta labor su espíritu patriótico, para después regresar a España, dedicado a la música y docencia de solfeo y canto en Barcelona, donde pasó con la humildad de los grandes su ancianidad, para luego fallecer en 1840.
Hay varias versiones sobre los motivos que llevaron a Blas Parera a regresar a España, entre ellas la del musicólogo, compositor y poeta Carlos Vega (1898-1966), quien sostiene:
“Meses antes de su partida, el Gobierno argentino (recuérdese que el país estaba en guerra) exigió a todos los españoles residentes juramento de fidelidad a la patria naciente y morir por su independencia total, legalizando su adhesión mediante una carta de ciudadanía. Podría ser que la adopción de la nacionalidad argentina hubiera sido una imposición demasiado dura para el catalán, y acaso la causa de su extrañamiento súbito”.
Queda para la memoria y la reflexión del pueblo argentino la tristeza de saber que uno de los autores de su Himno Nacional terminó sus días lejos de la Patria que mucho le debe. Recordémoslo por siempre con el honor y gloria que su memoria merece.
La letra del Himno Nacional y sus variaciones en el tiempo
La letra de la primera canción patria era más larga que la que se cantó posteriormente.
El presidente Julio Argentino Roca (1843-1914) firmó un decreto en 1900 estableciendo que a partir de entonces se cantasen solamente los primeros cuatro versos de la primera estrofa y los últimos cuatro de la novena, concluyendo con el Coro (una sola vez).
El decreto, con la firma presidencial y las de los ministros Felipe Yofre, Luís M. Campos, José María Rosa, Martín Rivadavia, Martín García Merou y Emilio Civit, establece:
“El Himno Nacional contiene frases que fueron escritas con propósitos transitorios, las que hace tiempo han perdido su carácter de actualidad; tales frases mortifican el patriotismo del pueblo español y no son compatibles con las relaciones internacionales de amistad, unión y concordia”, agregando «Que, sin producir alteraciones en el texto del Himno Nacional, hay en él estrofas que responden perfectamente al concepto que universalmente tienen las naciones respecto de sus himnos en tiempo de paz y que armonizan con la tranquilidad y la dignidad de millares de españoles que comparten nuestra existencia, las que pueden y deben preferirse para ser cantadas en las festividades oficiales, por cuanto respetan las tradiciones y la ley sin ofensa de nadie, el presidente de la República, en acuerdo de ministros decreta: Artículo 1°. En las fiestas oficiales o públicas, así como en los colegios y escuelas del Estado, sólo se cantarán la primera y la última cuarteta y coro de la canción nacional sancionada por la Asamblea General el 11 de marzo de 1813».
Para comprender mejor esta norma legal es importante recordar el contexto histórico. Cuando López y Planes escribió el Himno, el conflicto con España se expresaba a través de la lucha revolucionaria por medio de la cual los pueblos oprimidos buscaban la libertad. De allí las comparaciones y símbolos, como el sonido de rotas cadenas, el león español muerto a los pies de la nueva Nación y el Inca, del cual los argentinos son los hijos, que representaba la tradición americana.
La versión original del Himno recuerda la represión española contra la Revolución en varios países del continente, recordando cómo “lloran bañados en sangre / Potosí, Cochabamba y La Paz”.
Tampoco falta la alusión a las traiciones de los generales Pío Tristán (1773-1859) y José Manuel Goyeneche (1776-1846), quienes se mostraron triunfantes después del desastre de Huaqui, el 20 de junio de 1811, batalla en la que los patriotas tuvieron una derrota y perdieron cerca de un millar de vidas humanas, ya que ambos eran criollos, a lo que se suma que el segundo había violado un armisticio.
Tristán y Goyeneche habían nacido en Arequipa, entonces parte del Virreinato del Perú; el primero falleció en Lima y el segundo en Madrid.
La canción patria era una marcha guerrera contra quienes se oponían a la noble causa de la libertad y quienes habían defraudado a sus compatriotas americanos al tener actitudes favorables al enemigo.
Toda la obra de Vicente López y Planes puede considerarse neoclásica, demasiado retórica a veces, pero siempre patriótica, como algunos de sus más conocidos cantos: El triunfo argentino, A la victoria de Maipo y A la victoria de Suipacha.
En julio de 1893, a instancias del ministro del Interior Lucio Vicente López (1848-1894), hijo del historiador, abogado y político Vicente Fidel López (1815-1903) y nieto del autor de la letra del Himno, el Poder Ejecutivo resuelve que en los actos oficiales se interpretaría sólo la última estrofa. Una interpelación al ministro López en el Congreso, pedida por el diputado Osvaldo Magnasco (1864-1920), finalmente consiguió que el Gobierno diera marcha atrás con la propuesta.
El 2 de agosto de 1924, y a pesar de la popularidad que gozaba la versión del Himno de Esnaola, el presidente Marcelo Torcuato de Alvear (1868-1942), de la Unión Cívica Radical, crea una comisión integrada por los compositores Floro M. Ugarte, Carlos López Buchardo y José Andrés Argentino, quienes al cabo de dos años de investigación encuentran en el Museo Histórico Nacional una partitura que se identifica como el original de Blas Parera, que hasta entonces se consideraba perdido.
El manuscrito, que habría sido donado al museo en 1916 por los descendientes de Esteban de Luca, es calificado como “fuente genuina y completa”, y un nuevo arreglo basado en esta pieza se interpreta el 25 de mayo de 1927 en una función de gala del Teatro Colón.
El 20 de julio de ese año, Alvear deja en suspenso la nueva versión del himno y nombra otra comisión que restaura el Himno Nacional a partir de la versión de Esnaola. En un nuevo decreto, del 25 de septiembre de 1929, el Poder Ejecutivo oficializa este trabajo como Himno Nacional Argentino.
Así, la segunda versión de 1860 del maestro Juan P. Esnaola, basada en el original de Blas Parera, la que es aceptada como versión Oficial por decreto del Gobierno Nacional de fecha 24 de Abril de 1944 y es la que se cantó con posterioridad.
Las reacciones ante el nuevo himno resultan variadas. Mientras el diario La Nación habla de “una versión que produjo el mejor efecto por las modificaciones que se han introducido al texto corriente, y que el público aprobó con aplauso caluroso”, las páginas del diario La Prensa cuestionan la autenticidad del manuscrito hallado por la comisión y se pide al gobierno que retire el nuevo arreglo, aduciendo que “el himno actual, feo o lindo, es una tradición”.
Las cosas llegan al extremo, que durante los desfiles del 9 de Julio, una multitud desafía al gobierno cantando el viejo himno frente a la Casa Rosada, y es reprimida por la fuerza policial.
Esa misma noche, nuevos incidentes se producen en el Teatro Colón, en donde se cantó el Himno, y el diario La Nación narra que: “finalizada la canción patriótica toda la concurrencia, de pie, aplaudió con entusiasmo y prolongadamente”.
Por el contrario, el diario La Prensa afirmó que “los empleados policiales detuvieron a todos los que no estuvieron de acuerdo con la versión”.
La letra y música del Himno Nacional fueron motivo de patrióticos debates. El decreto 10.302 del 24 de abril de 1944, pone fin a estas disputas acerca de sus versos, ritmo y armonía, estableciendo sus patrones.
La letra oficial del Himno Nacional Argentino quedó establecida en el decreto de 1944, que establece como letra el texto de la canción compuesta por el diputado Vicente López, sancionado por la Asamblea General Constituyente, el 11 de mayo de 1813, y comunicado un día después por el Triunvirato al Gobernador Intendente de la Provincia.
También se adoptó la versión musical ya señalada del maestro argentino Juan P. Esnaola, editada en 1860 como arreglo de la música del maestro Blas Parera. Esta versión fue dada a conocer bajo el Título «Himno Nacional Argentino – Música del maestro Blas Parera».
El arreglo musical de Esnaola
Corresponde al pianista y compositor Juan Pedro Esnaola (1808-1878) el honor del arreglo musical definitivo del Himno, en 1860, por encargo del director de Bandas Militares Francisco Faramiñán.
Juan Pedro Esnaola fue un reconocido pianista y compositor que desarrolló su actividad artística entre 1808 y 1878. Algunos historiadores sostienen que tras las primeras lecciones musicales en Buenos Aires con el sacerdote Antonio Picasarri, se perfeccionó en los Conservatorios de París, Madrid, Viena y Nápoles.
Hombre de gran figuración social y de buena posición económica, alcanzó la función pública y fue muy amigo del general Juan Manuel de Rosas, a quien dedicó varios de sus trabajos.
Luego del derrocamiento de Rosas en la batalla de Caseros, continuó con su prestigio personal y presidió la Escuela de Música de la provincia de Buenos Aires.
La partitura del arreglo del Himno es de 1847 y se la obsequió a Manuelita Rosas. En 1860 publicó una versión corregida que es la que actualmente se interpreta. Esta versión se oficializó en 1928.
Cada vez que escuchemos o entonemos el Himno Nacional Argentino, si somos de esa nacionalidad, recordemos a estos patriotas que lo han escrito, musicalizado y custodiado para que llegara hasta nosotros. Si no somos argentinos, conozcamos su historia con respeto.
El Himno, símbolo nacional en letra y música
El Himno Nacional es un símbolo patrio de la Nación Argentina, país que tiene 19 diecinueve emblemas oficiales, avalados por el Congreso de la Nación, salvo en el caso de la Santa Patrona, la Virgen de Luján, que fuera designada por una bula papal.
El Himno Nacional, uno de los símbolos patrios más antiguos, fue establecido en 1813, al igual que el Escudo y el Lema «En Unión y Libertad”, que aparece en las monedas. La Escarapela fue adoptada como símbolo patrio en 1812.
El Himno Nacional fue instituido como símbolo patrio por la Asamblea del Año XIII, compuesto por su letra y música.
A menudo algunos autores musicales presentan lo que llaman su “versión” del Himno, pero no es tal, ya que este símbolo patrio tiene letra y música.
Con esta sabia decisión quedó establecido que la canción patria no puede ser modificada ni en su letra ni en su música, garantizando así su intangibilidad en el tiempo.
Además, al ser una canción universal, puede llegar a todos, gusten o no de un estilo musical.
Las llamadas “versiones” del Himno Nacional, que incluso han llegado a entonarse en establecimientos educativos, pueden tener un momento de popularidad pero no la permanencia en el tiempo, como se ha legislado. Sin desmerecer su arte, pueden ser tomadas como adaptaciones pero nunca reemplazarán al Himno original.
Cuando cantamos o escuchamos el Himno Nacional Argentino, pensemos en la Patria, sus valores y los sentimientos que nos llevan a amarla. Así honraremos la memoria de sus creadores, a los que la República Argentina debe eterna gratitud. Alberto Auné

Partitura del Himno Nacional Argentino, hallada en Bolivia.
La partitura que se reproduce es posterior a 1860. (Fuente: http://www.wikimedia.org).
Letra del Himno Nacional Argentino
Versión oficial abreviada
Oid Mortales, el grito sagrado:
¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!
¡Oid el ruido de rotas cadenas:
ved del trono a la noble Igualdad!
Ya su trono dignísimo abrieron
las Provincias Unidas del Sud,
y los libres del mundo responden
¡Al gran Pueblo Argentino salud!
CORO
Sean eternos los laureles
que supimos conseguir:
coronados de gloria vivamos
o juremos con gloria morir.
Versión original
CORO
Sean eternos los laureles
que supimos conseguir:
Coronados de gloria vivamos
O juremos con gloria morir.
Oid ¡mortales! el grito sagrado:
¡Libertad, libertad, libertad!
Oid el ruido de rotas cadenas:
Ved en trono a la noble Igualdad.
Se levanta a la faz de la tierra
Una nueva y gloriosa Nación:
Coronada su sien de laureles
Y a su planta rendido un León.
CORO
De los nuevos campeones los rostros
Marte mismo parece animar;
La grandeza se anida en sus pechos,
A su marcha todo hacen temblar.
Se conmueven del Inca las tumbas
Y en sus huesos revive el ardor,
Lo que ve renovando a sus hijos
De la Patria el antiguo esplendor.
CORO
Pero sierras y muros se sienten
Retumbar con horrible fragor:
Todo el país se conturba con gritos
de venganza, de guerra y furor.
En los fieros tiranos la envidia
Escupió su pestífera hiel
Su estandarte sangriento levantan
Provocando a la lid más cruel.
CORO
¿No los veis sobre Méjico y Quito
Arrojarse con saña tenaz?
¿Y cual lloran bañados en sangre
Potosí, Cochabamba y la Paz?
¿No los veis sobre el triste Caracas
Luto y llanto y muerte esparcir?
¿No los veis devorando cual fieras
todo pueblo que logran rendir?
CORO
A vosotros se atreve ¡Argentinos!
El orgullo del vil invasor,
Vuestros campos ya pisa contando
Tantas glorias hollar vencedor.
Mas los bravos que unidos juraron
Su feliz libertad sostener.
A esos tigres sedientos de sangre
Fuertes pechos sabrán oponer.
CORO
El valiente argentino a las armas
Corre ardiendo con brío y valor,
El clarín de la guerra cual trueno
En los campos del Sud resonó;
Buenos Aires se pone a la frente
De los pueblos de la ínclita Unión,
Y con brazos robustos desgarran
Al ibérico altivo León.
CORO
San José, San Lorenzo, Suipacha,
Ambas Piedras, Salta y Tucumán,
La Colonia y las mismas murallas
Del tirano en la Banda Oriental;
Son letreros eternos que dicen:
«Aquí el brazo argentino triunfó.»
«Aquí el fiero opresor de la patria
Su cerviz orgullosa dobló.»
CORO
La victoria al guerrero argentino
Con sus alas brillantes cubrió,
Y azorado a su vista el tirano
Con infamia a la fuga se dio;
Sus banderas, sus armas se rinden
Por trofeos a la Libertad.
Y sobre alas de gloria alza el pueblo
Trono digno a su gran majestad.
CORO
Desde un polo hasta el otro resuena
De la fama el sonoro clarín.
Y de América el nombre enseñado,
Les repite ¡mortales! Oíd:
¡Ya su trono dignísimo abrieron
las Provincias Unidas del Sud!
Y los libres del mundo responden:
¡Al Gran Pueblo Argentino, Salud!
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