Fiestas religiosas, valores y sociedad

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Fiesta de La Candelaria en Copiapó, Chile. (Fuente: http://www.wikimedia.org)

Alberto Auné

El mundo actual prioriza lo secular sobre lo espiritual.

La práctica de creencias espirituales es un factor que indica los valores de una sociedad.

Cada país tiene un estilo especial de celebrar las conmemoraciones religiosas, segùn la fe que la sociedad acepta como mayoritaria.
En algunas naciones, como en América Latina, España y parte de Europa, hay fiestas que son feriado nacional, como las fiestas de Nuestra Señora de Aparecida, el 12 de octubre, en Brasil, o la Inmaculada Concepción de la Virgen, el 8 de diciembre, en Argentina.
A esto se suman las liturgias por Navidad y Semana Santa, con gran arraigo en la tradición popular.
Además de los países con religión católica declarada como mayoritaria -lo que en la realidad, según las encuestas, no es así, los países islámicos tienen sus celebraciones, como el mes del Ramadán o Ramadam, y también Israel con las celebraciones y conmemoraciones del judaísmo, como Pesaj (Pascuas), Rosh Hashana (Año Nuevo), Iom Kipur (Día del Perdón), Sucot o Purim.
En otras naciones lo religioso pasa a un segundo plano en aras de otros intereses, como Uruguay, que denomina Semana de Turismo a la llamada Semana Santa cristiana, como una forma de impulsar esta importante rama de la economía.
2. Un alejamiento no casual
La mayoría de la sociedad no parece vivir las fiestas religiosas como tales; así lo muestran los medios de difusión cuando éstas coinciden con lunes o viernes y aumentan los viajes turísticos.
En especial, también Navidad ha pasado a ser una celebración familiar con tradiciones como Papá Noel o el Arbol de Navidad, olvidando el pesebre donde, pobre y humilde, naciera Jesús.
Las conmemoraciones religiosas han desaparecido en gran parte de los medios; en la sociedad posmoderna parece no haber lugar para Dios.
En la década de 1960 el teólogo bautista Harvey Cox publicó el libro «La religion en la ciudad secular: hacia una teología postmoderna», más conocido como»La Ciudad Secular» en el que hablaba de la teología de la muerte de Dios.
Decía que las grandes urbes plantean un desafío a las religiones: presentar a Dios en un mundo en que El no tiene lugar, con grandes conglomerados humanos que reciben múltiples mensajes.
Por ello ha sido superado el concepto religioso que limitaba las posibilidades del mensaje evangélico a la zona territorial de una parroquia, templo o diócesis; esto se verificó con la llegada de las nuevas tecnologías y comunidades virtuales en las redes sociales, que no conocen limitación geográfica.
3. Un desafío
Las religiones, tanto las mayoritarias como las que no tienen muchos fieles en proporción a los miembros de la sociedad, tienen el reto de revalorizar sus celebraciones y hacerlas asequibles al profano, quien a través de ellas va conociendo el mensaje de fe que se presenta.
Esto ocurre en especial en Occidente, donde no hay naciones teocráticas o que pongan su Libro Sagrado al menos a nivel de las leyes humanas, como en algunos países donde es mayoritario el Islam.
La sociedad sigue su ritmo en el que se privilegia el triunfo individual por sobre la solidaridad y la posesión de bienes es un elemento a tener en cuenta para valorizar a alguien, sin importar las virtudes que pueda tener al margen de sus posesiones materiales.
Si las religiones aceptan este desafío podrán volver a insertar su mensaje de manera efectiva; si no lo hacen y siguen refugiándose en sus templos Pascua, Pésaj, Ramadán y otras palabras serán patrimonio de grupos cada vez más pequeños y aislados del mundo circundante. Alberto Auné

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