
Hipólito Yrigoyen. Foto tomada alrededor de 1929. (Fuente: http://www.wikimedia.org)

Arturo U. Illia: foto tomada durante su mandato presidencial. (Fuente: http://www.wikimedia.org)
Alberto Auné
La historia de la Argentina muestra dos países en paralelo, a partir de una doble concepción del destino político y económico de la Nación. Uno, dependiente del exterior y las directivas que llegan de afuera; otro basado en las raíces de lo nacional.
Este último fue impulsado desde hace tiempo por dos gobiernos de la Unión Cívica Radical, que merecen ser rescatados del olvido al que los someten algunos historiadores flojos de memoria.
Los comienzos: la Generación del ´80
A partir de la primera presidencia de Julio Argentino Roca (1843-1914), que se extendió entre los años 1880 y 1886, contando el mandatario con 37 años de edad, comenzó el período denominado de la Generación del ’80.
La prosperidad de la Argentina fue un signo distintivo de su gestión. Llegó entonces la gran corriente inmigratoria de Europa, se construyeron ferrocarriles y alcanzó un gran desarrollo la industria, aún incipiente, así como el agro.
De esta forma el gobierno de Roca logró sentar las bases sobre las que se desarrollaría el Estado, base de una sólida nación.
Roca también separó la Iglesia del Estado, buscando un tratamiento igualitario para todas las creencias.
Además el director del Consejo Nacional de Educación, Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888), impulsó la ley 1.420, que establecía la educación laica, obligatoria y gratuita, sancionada durante el mandato de Roca.
Hubo otros logros en los campos económico y cultural, ya que formaron parte de esa generación escritores y políticos como Eduardo Wilde (1844-1913), Lucio V. Mansilla (1831-1913), Miguel Cané (1851-1913) y Eugenio Cambaceres (1843-1888).
El modelo de país que buscaban era agroexportador y receptor de inmigración, además de liberal en lo económico.
En lo artístico y arquitectónico hubo un estilo expresado en la construcción del edificio del teatro Colón, proyectado por el gobierno de Miguel Angel Juárez Celman (1844-1909).
El proyecto de la Generación del ’80 se basó en tres importantes hechos políticos: la federalización de Buenos Aires, la Campaña al Desierto y la consolidación del Estado nacional.
El primer gobierno de Yrigoyen
Este gran presidente radical, durante su primer mandato, implementó políticas con una mayor intervención del Estado en la economía, como la creación de bancos y la Marina Mercante, sin afectar la agroexportación que fueron seguidas por el gobierno también radical de Marcelo T. de Alvear, que tuvo una gran preocupación monetaria por la escasez de circulante, modificando el sistema.
También extendió la red ferroviaria y mecanizó el campo, con políticas para el agro cuyos beneficios siguen hoy vigentes.
YPF y Mosconi
En 1922 se funda YPF, con lo que el petróleo pasa a ser un recurso estratégico para el país.
La voluntad de Yrigoyen, que no llegó a concretar, era nacionalizar el petróleo y su producción.
Además benefició a las clases medias en detrimento de los sectores dominantes económicamente.
La creación de esta petrolera inició la gesta por la producción petrolera nacional, que llegó hasta la privatización de la empresa, bajo el gobierno de Carlos Menem, quien asumiera en 1989 y fuera reelecto en 1995.
Los antecedentes de YPF comienzan con el descubrimiento de petróleo en la zona de Comodoro Rivadavia en 1907.
Durante la primera presidencia de Hipólito Yrigoyen, entre 1916 y 1922, se realizaron varias obras para la producción de petróleo.
En ese año, siendo presidente Marcelo Torcuato de Alvear (1868-1942), Enrique Mosconi (1877-1940), un militar e ingeniero con profundos sentimientos nacionales, fue nombrado Director General de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), cargo que ejercería por ocho años, impulsando la exploración y desarrollo de la extracción de petróleo.
La petrolera efectuó todas las actividades que fuesen necesarias para la explotación de petróleo; la gestión de Mosconi tuvo logros impensados tiempo atrás gracias a la visión industrialista de Yrigoyen, seguida en su segundo mandato hasta su derrocamiento el 6 de septiembre de 1930, en una jornada de luto para la democracia y la República.
Según lo establecido por el general Mosconi, YPF conservó el monopolio legal del petróleo durante toda su existencia como Sociedad del Estado, a pesar de que también existía una considerable participación en la industria de las multinacionales Shell y Esso, lo que se acentuó durante la dictadura militar que gobernó la Argentina entre 1976 y 1983.
Enrique Mosconi fue elegido por Yrigoyen para llevar adelante esta empresa con la cual la visión de este gran presidente radical marcaría el siglo XX.
Arturo Umberto Illia: la epopeya inconclusa
La sinceridad y honestidad fueron entre otras virtudes de este gran estadista radical, reconocido como tal hasta por sus adversarios políticos.
Arturo Umberto Illia (1900-1983), cuya honestidad es un ejemplo que deberían seguir muchos dirigentes políticos que privilegian lo superficial, ganó las elecciones del 7 de julio de 1963 pero con el 25 por ciento del total, ya que el peronismo estaba proscripto y esto llevó a que hubiera 20 por ciento de votos en blanco.
En su programa de gobierno estaba la anulación de contratos petroleros con empresas extranjeras, lo que cumplió a pesar de no ser bien recibido por Estados Unidos.
También impulsó el desarrollo industrial, llegando el país a uno de los niveles más altos al respecto y de incremento del PBI.
Los contratos petroleros habían sido firmados por el presidente Arturo Frondizi (1908-1995), quien entre 1958 y 1962 impuilsara una política petrolera con pronunciada participación del sector privado, pero Illia sostenía la necesidad del control estatal de las áreas vitales de la economía por parte del Estado.
La decisión de anular los contratos petroleros se enmarca en la filosofía del radicalismo de conservar los recursos subterráneos del país en manos del Estado.
También Illia dio un gran paso con la Ley de Medicamentos, también llamada Ley Oñativia.
El proyecto de ley había sido elaborado gracias al trabajo de dos comisiones, la primera formada por médicos, bioquímicos, y especialistas en farmacología y la segunda por contadores y economistas, centrándose en el estudio de costos.
Muchos medicamentos no tenían las drogas e ingredientes que decían tener o no en las proporciones informadas en sus prospectos. Además los grandes laboratorios usaban un doble juego de libros de contabilidad.
La ley impulsada por el ministro de Salud Arturo Oñativia (1914-1985)congeló el precio de los medicamentos, definiendo a éstos como «bienes sociales».
Argentina tenía el derecho a la propiedad intelectual ya que su uso comercial se opone al derecho a la salud.
Esto provocó el enojo de laboratorios, en su mayor parte europeos y dentro de ellos suizos, que se sumaron a las petroleras estadounidenses, sellando la suerte del gobierno de Illia, que fue derrocado el 28 de junio de 1966 por un golpe militar, autodenominado Revolución Argentina, a cuyo frente estaba quien fuera presidente de facto, Juan Carlos Onganía (1914-1995).
El legado de estos gigantes
La Argentina actual debe recoger el legado de Yrigoyen e Illia, visionarios que comprendieron que el Estado debe estar presente en la economía, sin dejar que pocos jugadores asfixien al resto en un mercado sin regulación.
Hipólito Yrigoyen y Arturo Illia fueron los pioneros que sembraron el camino que hoy debe dar sus frutos para bien de los argentinos.
De los argentinos depende que el legado de estos hombres quede trunco o siga avanzando por mucho tiempo más. Además es necesario que la Nación recuerde a estos pioneros, que con su visión patriótica sobre el petróleo y los hidrocarburos y su función estratégica para el desarrollo del Estado. Alberto Auné
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