
José Ignacio Rucci. Dibujo de Guillermo Weibchen, 2008. (Fuente: http://www.wikimedia.org)
Alberto Auné
El 25 de septiembre de 1973 fue cobardemente asesinado el entonces secretario general de la Confederación General del Trabajo de la República Argentina (CGT), José Ignacio Rucci, quien había nacido en la localidad de Alcorta, provincia de Santa Fe, el 15 de marzo de 1924.
El hecho es recordado cada año en esa fecha por la mencionada central obrera, dirigentes gremiales y el pueblo argentino, sin distinción de pensamientos dentro de la pluralidad democrática, con actos de recuerdo y homenaje a su memoria en distintos lugares del país.
Aquel 25 de septiembre no sólo se asesinó a un hombre sino a un argentino de bien, que luchaba por sus ideales y había trabajado incansablemente por los trabajadores y por el retorno del general Perón a su Patria.
Los argentinos debemos reconocer a quienes trabajan por los demás solidariamente, de manera independiente de su opción política. Seamos o no justicialistas, la dignidad y hombría de bien de Rucci deben ser aceptadas por todos; fue uno de los que honró la frase de Juan Domingo Perón «Para un argentino no debe haber nada mejor que otro argentino».
Estas palabras tuvieron y tienen vigencia entonces, ya que la amistad de Rucci con dirigentes políticos, no solamente justicialistas, era un hecho que mostraba en la práctica la realidad de esta frase.
Este gran dirigente gremial fue uno de los impulsores del primer regreso de Juan Domingo Perón a la Argentina el 17 de noviembre de 1972 desde España, donde vivía en el exilio después de pasar por varios países luego de su derrocamiento el 16 de septiembre de 1955.
Pasado el mediodía del 25 de septiembre de 1973, un grupo armado asesinó a Rucci cuando éste salía de la casa de calle Avellaneda 2953, en el barrio de Flores de la Ciudad de Buenos Aires.
Esta muerte causó un gran dolor y repercusión, recordándose que Perón lloró por primera vez en público.
Mucho se escribió sobre este asesinato, pero es importante que aunque haya pasado el tiempo no decaiga la búsqueda de justicia. Para ello es necesario que no prescriba este cobarde acto y que las investigaciones se hagan sin temor, a cargo de jueces y fiscales que busquen la verdad como prioridad, que no ha llegado en 2015, al escribirse estas líneas.
La memoria de un argentino de bien, amante de la paz y defensor de los trabajadores, espera por ello. Alberto Auné
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