Alberto Auné
Una herencia que debe perdurar
El sur de América es uno de los lugares privilegiados de la Tierra donde las creencias y mitos comenzaron a crecer sin interferencias foráneas; si bien después hubo un acercamiento intercultural con otras comunidades, que trajo consigo un mutuo aporte, es necesario recuperar y conservar aquellas primeras experiencias y formulaciones.
Contenido
1. Un lugar en el mundo
El sur del continente americano tiene una gran riqueza cultural, en la que podemos destacar la mitología y las visiones cosmogónicas, que muestran pensamiento y tradiciones que perduraron a través de los siglos.
Esta cultura tiene mucho para decir al hombre actual. La civilización contemporánea ha dejado de lado el silencio, la contemplación de la naturaleza, la reflexión del hombre sobre sí mismo y sobre todo la creencia en lo sobrenatural.
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Machis mapuches
(Fuente: www.wikimedia.org)
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Las escuelas filosóficas y las religiones han dado respuestas a muchos interrogantes del hombre, pero algunas veces esas respuestas no parten del hombre común sino de elaboraciones de grupos selectos que se creen iluminados y pretenden guiar al mundo.
Es necesario volver a las primeras preguntas del ser humano, las que se formularon cuando no se conocía el porqué de la división del tiempo en el día y la noche, las tormentas, los relámpagos, los cambios en la temperatura, la muerte y la supervivencia.
Estos interrogantes fueron planteados en un ambiente natural, sin interferencias de otros ámbitos, en el cual el hombre se enfrentaba sin intermediarios a las fuerzas desconocidas para él; esta situación existió durante mucho tiempo en la actual Patagonia.
En ese lugar, el araucano se formuló los grandes porqués; los mitos fueron calmando, con el tiempo, su sed de saber.
Estas creencias permanecieron mucho tiempo en su más prístina pureza; es necesario abrevar en ellas para recibir el mensaje que nos transmiten a través de los siglos.
2. Cambios producidos por las nuevas culturas
Sin embargo, en la medida en que la llamada civilización fue llegando al sur del continente americano, las tradiciones de la región fueron recibiendo influencias que produjeron cambios en leyendas y otras narraciones.
También hay quienes sostienen que hubo otras culturas que llegaron a la Patagonia desde otros continentes, mucho antes de la llegada de los conquistadores españoles.
Todo eso fue creando modificaciones, en la medida en que los naturales de la región fueron integrándose, con el correr de los siglos, con otras personas que llegaban con su propia interpretación del mundo y de lo sobrenatural.
3. Aportes de investigadores
Tomás Guevara (1863-1938), un estudioso del pueblo mapuche desde un punto de vista etnográfico, sostiene en su trabajo El pueblo mapuche que en las especulaciones religiosas de esta cultura hay “relatos maravillosos de seres zoomórficos”, que fueron transmitidas por vía oral, habiendo nacido, “en el período del totemismo, el mito naturalista, en el que la naturaleza se hace personal y humana”.
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Bandera del Pueblo Mapuche
(Fuente: www.wikimedia.org)
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El profesor Dick Edgar Ibarra Grasso (1914-2000), un gran estudioso sobre el origen del hombre en América, quien dedicó seis décadas de su vida a la especialización sobre el hombre andino de este continente, sostuvo en su obra Cosmogonía y Mitología Indígena Americana que la mitología araucana incluye un “culebrón emplumado” que considera una forma primitiva del mexicano Quetalcóatl y además una divinidad con una sola pierna.
Otros autores haban de un dios Mareupu-antü, que significa “doce soles” y podría hacer referencia al año calendario. Era considerado un avatar mapuche.
También los miembros de esta cultura construían una especie de palenque en forma de pirámide truncada, de madera, con seis gradas y un árbol de canelo encima. Este árbol era considerado sagrado por los araucanos, siendo quemado en ceremonias especiales.
Pihuechenyi, con figura de serpiente alada, era una suerte de vampiro que por las noches, en los bosques, buscaba animales y personas para chuparles la sangre.
Las figuras zoomórficas, en las que había un componente animal y otro humano, no son exclusivas de la cultura mapuche. Recordemos entre otros a los dioses egipcios de la época de los faraones, que tenían ambos componentes en sus figuras, según nos muestran los descubrimientos efectuados por investigadores.
Estas ceremonias, considera Mircea Eliade (1907-1986), están vinculadas con las practicadas en otros lugares del mundo para la regeneración del tiempo. Así lo ha señalado en sus obras El Chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis y El mito del eterno retorno: arquetipos y repetición.
Para este autor, el pensamiento simbólico nos posibilita la interpretación del significado de las formas religiosas, los mitos y los ritos.
A través del símbolo podemos captar en forma directa el misterio que consiste en que las cosas tienen un comienzo que se relaciona con lo precedente.
El símbolo tiene una dimensión religiosa; de allí que todas las creencias en lo sobrenatural se expresan de manera simbólica.
De esta forma, el mensaje relativo a lo sobrenatural puede llegar a todas las personas, ya que el símbolo es universal.
Una aplicación del símbolo se presenta en los mitos, narraciones en las cuales lo sobrenatural irrumpe en el mundo terreno, presentando una relación del ser humano con lo sobrenatural.
Esta universalidad es comentada por Claude Lévi-Strauss en su libro El origen de las maneras de mesa (Mitológicas III), muestra la afinidad entre mitos araucanos y de la Guayana.
Por su parte, la investigadora Bertha Koessler-Ilg reunió gran parte de las tradiciones araucanas en su libro Cuenta el pueblo mapuche, mostrando la cosmogonía poética de esa cultura.
Esta autora, a quien llamaban con afecto la araucana blanca, efectuó en esta obra una amplia recopilación de testimonios de la tradición mapuche en forma directa, recibiendo mitos, narraciones y leyendas.
Había nacido en Baviera, Alemania, en 1881, y en 1920 se radicó en San Martín de los Andes, donde vivió hasta su muerte, en 1965, dejando una gran obra de investigación y recopilación histórica, efectuada durante más de cuatro décadas.
Los entrevistados eran miembros de una de las últimas generaciones de mapuches que conocen la lengua araucana, lo que valoriza su trabajo de una manera especial.
4. Temores y creencias
El ser humano, durante mucho tiempo, temía a las fuerzas que se desataban desde el interior de la Tierra. Los antiguos araucanos creían en Pillán, una divinidad relacionada con el trueno y los terremotos, que recibía según estos hechos distintos nombres. Para producir el trueno enarbolaba el Pillán-Toqui o Hacha de Trueno.
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Mapuches junto a su vivienda
(Fuente: www.wilimedia.org)
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Los mapuches celebraban el ngillatún, ceremonia en la cual, dirigiéndose al poste sagrado denominado réwe, acompañaban al ritmo del kultrún, especie de tambor, a la sacerdotisa, con el nombre de machí, quien entraba en una especie de trance durante el cual se expulsan los malos espíritus. Cuando vuelve en sí comunica que Dios ha escuchado los pedidos de la comunidad.
Para los mapuches, Nquenechen era el dios más importante, también llamado Chao, aunque algunos investigadores piensan que su verdadero nombre permanecía oculto.
Esta divinidad había creado el mundo y expulsaba de su grey a quienes obraban mal, con lo cual quedaban desamparados.
Además la creencia mapuche comprendía dioses buenos y malos.
Periódicamente los miembros de la tribu se reunían para pedir salud a Nguenechen, además de prosperidad y otras bendiciones.
5. Habitantes del sur de América
La palabra mapuches significa gente de la tierra en el dialecto de esta cultura; también los españoles vieron al llegar a la región una forestación con gran cantidad de araucarias, por lo que denominaron araucanos a los habitantes patagónicos.
La mayoría de ellos vivía en la actual República de Chile hasta la llegada de los españoles, pero posteriormente a la Conquista gran parte emigró a la actual República Argentina, instalándose con preferencia en las zonas de Río Negro y Neuquén.
A lo largo de los siglos que siguieron se produjo una integración cultural, ya que no solamente ellos recibían aportes de otros grupos y tribus sino que sus tradiciones y su idioma fueron incorporados por otras etnias.
6. Rescatar un importante legado
La mitología araucana daba respuestas a todo aquello que no era comprendido por el hombre, como el origen del mundo, la supervivencia del alma después de la muerte y la comunicación con los difuntos.
Esta creencia incluía sacrificios tanto de animales como de humanos en tributo a los dioses.
Acercarnos a esta mitología, de la cual sólo señalamos algunos ejemplos, es hacerlo al inconsciente colectivo de una cultura milenaria que debe ser rescatada en testimonios que perduren para las futuras generaciones.
Una de sus características es que no es muy extensa, por lo que no es dificultoso realizar un relevamiento de su tesoro cultural.
Este trabajo es imprescindible y urgente, ya que si bien esta cultura se ha transmitido de generación en generación, muchas veces por vía oral, la globalización puede llevar a alguna modificación y cada vez, por razones biológicas, hay menos testigos.
Investigadores, antropólogos y trabajadores de las distintas áreas de las ciencias sociales tienen el gran desafío de recopilar las tradiciones y creencias de esta cultura, de las cuales la mitología es una de las que más influencia tuvo en las creencias mapuches y de otros grupos.
Internet ofrece, en plataformas como Knol, un adecuado respaldo a los testimonios e investigaciones que puedan recopilarse en distintos soportes, tanto gráficos como audiovisuales.
Además de la cultura mapuche hay otras cuyo testimonio debe quedar para las futuras generaciones. Los estudiosos no pueden ignorar la urgencia de efectuar las recopilaciones correspondientes. Alberto Auné
Bibliografía
– Elíade, Mircea: El chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis. Segunda edición abreviada. Fondo de Cultura Económica, México, 1982.
– Elíade, Mircea: El mito del eterno retorno: arquetipos y repetición. Edición 12. Alianza Editora, Madrid, 1998.
– Guevara, Tomás: El pueblo mapuche. Segunda edición, Editorial Andujar, Santiago de Chile, 2001.
– Ibarra Grasso, Dick Edgar: Cosmogonía y Mitología Indígena Americana. Segunda edición, Editorial Kier, Buenos Aires, 1997.
– Koessler-Ilg, Bertha. Cuenta el pueblo mapuche. Traducción de Lieselotte Schwarzemberg, Editorial Mare Nostrum, Santiago de Chile, 2006. Volumen I. Tradiciones, 348 páginas. Volumen II. Mitos y leyendas, 244 páginas. Volumen III. Cuentos y fábulas, 258 páginas.
– Levi-Strauss, Claude. El origen de las maneras de mesa (Mitológicas III), Siglo XXI Editores, Novena edición en español, México – Buenos Aires, 2003
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