Guillermo Enrique Hudson: un naturalista de dos mundos

Autores

Alberto Auné

El epitafio de este gran científico sintetiza lo que fue su vida: “Amó los pájaros y los lugares verdes y el viento en el brezal y vio el resplandor de la aureola de Dios”. Aproximémonos a su vida y extraigamos de ella ejemplos que el mundo y el conocimiento necesitan.

William Henri Hudson, o Guillermo Enrique Hudson, nació en la Argentina, habiendo sido su padre y su madre de nacionalidad estadounidenses. Nieto de británicos, su formación moral e intelectual tuvo el sello de Inglaterra.

Empero, la tierra en que nació y en la cual transcurrieron sus primeros treinta y tres años de vida, dejó en su persona recuerdos y afectos que lo acompañaron durante toda su existencia, a tal punto que gran parte de su obra científico-literaria se refiere a la Argentina.

Una gran escritora de este país, Alicia Jurado, expresa en su libro Vida y Obra de W. H. Hudson: “Una leyenda, probablemente nacida de las fantasías de Ezequiel Martínez Estrada, nos da la imagen de Hudson como una especie de gaucho nostálgico, perpetuamente ocupado en añorar el pago desde las brumas londinenses. Nada más lejos de la realidad. Si bien es cierto que Hudson expresó muchas veces la nostalgia de su tierra natal, también es verdad que no volvió a nuestro país porque no quiso hacerlo, como consta de su puño y letra”.

Más adelante Jurado expresa en el libro citado: “Muchas personas consideran asombroso que, en sus recuerdos, Hudson mencione a menudo a la Argentina; creo que lo verdaderamente anómalo sería que no lo hiciese un hombre que vivió aquí treinta y tres años, en el período más impresionable de su vida y que, por la índole misma de sus escritos, está siempre comparando especies animales y vegetales”.

 

La vida de Hudson

Los padres de este gran científico y escritor, Daniel Hudson y Caroline Kimble, habían nacido en Nueva Inglaterra. Se casaron en Boston y en 1933 emigraron a la Argentina.

Se establecieron en Quilmes, un lugar cercano a la ciudad de Buenos Aires, que hoy es una gran ciudad., en el campo “Los Veinticinco Ombúes”, propiedad de Tristán Valdez, quien era cuñado de Juan Manuel de Rosas.

En 1837 compran el campo. Los ombúes que le daban nombre quedaron grabados en la memoria de William. En un libro de Santayana que estaba en su biblioteca, The sense of beauty, el autor se refiere a la idea platónica del árbol formulando algunas preguntas: ¿Por qué, en este caso, hay esa variedad infinita de árboles, ideales? ¿Sería el Àrbol Hermoso un roble, o un cedro, un olmo inglés o norteamericano?”. Cuando Hudson ya era anciano dejó una respuesta escrita a mano en ese libro: “Probablemente un ombú”. Si bien éste no es un árbol en sentido estricto, la frase muestra su recuerdo y afecto por la Pampa argentina, donde es muy común.

William Henry es el cuarto hijo de seis, dos de los cuales son mujeres.

Nació en 1841 en el campo familiar; cinco años después, en 1846, la familia se muda a Chascomús, donde permanece diez años, regresando en 1856 a “Los Veinticinco Ombúes”.

En 1858 muere Caroline Kimble, quien tenía entonces 55 años. Su certificado de defunción señala a la ictericia como causa del deceso; Hudson no se refirió a esta enfermedad salvo en alguna ocasión, expresando que fue corta y penosa.

Alicia Jurado señala en su libro que William “adoraba a su madre, que se le parecía mucho en su sensibilidad frente a la naturaleza, su afición por los libros y su inclinación a las cosas del espíritu”.

En su obra Allá lejos y hace tiempo, Hudson describe con sencillez y precisión la estancia en que vivió, mostrando su sensibilidad para percibir y la naturaleza y escribir sobre ella.

Durante su infancia y juventud se dedica a la observación y el estudio de la naturaleza, mostrando ante los demás un carácter retraído, siendo de poco hablar y concentrándose en su vocación de naturalista.

Aprende taxidermia y comienza a enviar colecciones de animales embalsamados a Estados Unidos en 1867.

En 1868 fallece su padre y un año después publica sus primeros trabajos en los Proceedings de la Royal Zoological Society, de Londres.

Publica el libro Días de Ocio en la Patagonia, el cual resume sus experiencias en un viaje a Carmen de Patagones y su recorrido por el río Negro en 1871.

Su trabajo como naturalista es cada vez más intenso, decidiendo en 1874 viajar a Inglaterra, donde permanece durante el resto de su vida.

Alicia Jorado se refiere a sus primeros tiempos en Europa expresando: “Hay pocos datos concretos acerca de su vida en Londres durante los primeros tiempos. Lo cierto es que fueron años muy duros. Era un hombre desprovisto de sentido práctico, sin relaciones y en un país donde no era posible, como en la comunidad pastoril que acababa de dejar, cruzar los campos solicitando la solidaridad de cualquiera y recibiendo de todos albergue y alimento. Estaba en una gran ciudad, en la que abrirse camino y hasta ganarse el pan eran tareas difíciles; habitaba en pensiones modestísimas, sobreviviendo por medio de oficios diversos”.

Con el tiempo se integra a la manera de vivir en Londres y se dedica a observar la naturaleza y a escribir artículos y ensayos sobre sus trabajos.

En 1876 contre matrimonio con Emily Wingrave, quien tenía quince años más que él. Hudson confesó que no se había casado enamorado, quedando en su privacidad los motivos que lo llevaron a aquella decisión….

En esta etapa de su vida se dedica a la literatura, produciendo obras que le dan un merecido lugar entre los mejores escritores de lengua inglesa, entre las que podemos señalar The London sparrow, Pelino Viera’s confesión, The settler’s ecompnse e In the wilderness, entre otros libros.

Algunas de las obras que comprenden su legado como naturalista son Aves del Plata, publicada en 1920; Días de ocio en la Patagonia, ya citada, Pájaros en la ciudad, Aves en Londres y El libro de un naturalista.

Tiene activa participación en importantes sociedades inglesas que defienden la conservación de la naturaleza, obteniendo el reconocimiento de la sociedad británica.

En 1901 publica Birds and men, obteniendo la ciudadanía inglesa y una pensión que le otorga la Corona.

Más adelante publica El ombú, Hampshire days, Green mansion y otros libros.

En 1918 publica una de sus obras más conocidas en la Argentina: Far away and long ago, que en castellano lleva como título Allá lejos y hace tiempo, en la que describe su infancia y juventud en ese país.

En 1921 fallece su esposa Emily, quien se había radicado en Worthing debido a problemas de salud. Hudson también estaba enfermo, lo que le impidió acompañarla en sus últimos momentos.

En una carta a Miss Newton, dama de compañía de Emily, expresa: “Acabo de hacer nuevo testamento y dejo claramente expresado que quiero ser enterrado junto a mi mujer, sea cual fuere el lugar donde yo muriese”. Su testamento puntualiza con claridad al respecto: “Deseo se enterrado en Broadwater, Worhing, en el sepulcro adquirido con tal propósito al lado del de mi esposa”.

William Henri Hudson falleció el 18 de agosto de 1922 en Tower House, mientras dormía. Tmbién había expresado, en una carta a su amigo Morley Roberts: “Cuando esté muy mal y la muerte parezca próxima, no deje que ningún conocido se me acerque”.

Otro gran amigo de Hudson, Edwar Garnett, escribió sobre esta gran personalidad: “Es, sin duda, por el raro y rico don de numerosos y complejos matices del sentimiento y por la variedad de estados de ánimo de la mayor calidad y delicadeza, capaz de recorrer toda la gama de la emoción, que explicamos el genio de Mr. Hudson para penetrar en la vida de la naturaleza e interpretarla para nosotros”.

La obra de Hudson permanece como un legado no sólo para naturalistas sino también para quienes se interesan por el saber y la comprensión de la vida a través de la observación del mundo que nos rodea. Alberto Auné

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