Los cronistas de Indias, testigos privilegiados de la historia de América

Autores

Alberto Auné

El cronista no es necesariamente el mejor de los historiadores ni, por supuesto, suele ser un escritor avezado.

A fines del siglo XVII el dramaturgo Antonio de Solís Rivadeneira escribió la más famosa de las historias de la conquista de México; en cuanto a estética y composición aventaja a los cronistas del mismo suceso Bernal Díaz del Castillo y Gómara, pero éstos, pese a todo, lo aventajaban en calor de vida y entusiasmo.

Esta es la nota distintiva del cronista de Indias: trabajar en vivo, sobre los hechos mismos.

Estos cronistas son muchos y algunos han tratado tanbién acerca de la organización político-social de los indios, en testimonios valiosísimos por la cercanía a la vigencia efectiva de esos Estados.

Citaremos algunos nombres importantes.

Entre los que recibieron información sin haber estado en Indias, algo que podríamos llamar «cronista indirecto» merece ser citado el humanista italiano radicado en España Pedro Mártir de Anglería, quien escribió una crónica que llegaba hasta 1525: De orbe novo decades.

Los grandes ciclos de conquistas, México y Perú, acaparan la mayor parte de cronistas, pero las primeras expediciones hispanas en el Caribe también los tuvieron antes.

El primero, en rigor, fue Cristóbal Colón, cuyo Diario ha sido estructurado sobre la base de varias cartas, la primera de las cuales data de 1495.

Colón trasmite la emoción del buscador de riquezas ante esos mundos remotos que él, dice, creía costas asiáticas.

Con Colón viajaron otros cronistas precursores: el doctor Diego Alvárez Chanca, quien describió las mujeres y la flora del Nuevo Mundo; Fray Raimundo Pané, el primer europeo que habló una lengua americana y primer maestro de indios; uno de los hijos de Colón escribió también la Vida de su padre con testimonios directos, ya que lo acompañó en su cuarto viaje.

El más célebre de los religiosos españoles que defendieron al indio es Fray Bartolomé de Las Casas (1474—1566), buen escritor polemista, autor de una Historia de las Indias y de la controvertida Brevísima relación de la destrucción de las Indias (1552), libro que contribuyó a la difusión de la famosa «leyenda negra», aunque éste no fue seguramente el propósito del apasionado y filantrópico religioso.

La «leyenda negra» fue explotada luego hábilmente por los enemigos de España en sus pretensiones sobre América.

Gonzalo Fernandez de Oviedo (1478-1557) fue funcionario real en Indias durante largas décadas y observó atentamente el teatro de los sucesos que tenía por centro la ciudad de Santo Domingo.

Le interesaron especialmente la raza y las costumbres de los habitantes, el clima y en general características geográficas y naturales. Escribió, como compendio, la obra que bautizó Sumario de la natural historia de las Indias, sobre cuya base escribió luego su monumental Historia natural y general de las Indias, islas e Tierra-Firme de mar océano, en la que se aprecia gran sentido de la observación, enorme interés por lo que describe, alguna ingenuidad y escasa simpatía por los aborígenes.

A su Historia… corresponden estos párrafos sobre el «peje reverso» (pez rémora):

«Pero dejado aquesto aparte y siguiendo el fin que me movió a escribir este repertorio, por reducir a la memoria algunas cosas notables de aquellas pares y representarlas a Vuestra Majestad, aunque no se me acordare de ellas por la orden, y tan copiosamente como las tengo escritas, antes que pase a hablar en Tierra Firme, quiero decir aquí una manera de pescar que los indios de Cuba y Jamaica usan en la mar, y otra manera de caza y pesquería que también en estas dos islas los dichos indios de ellas hacen cuando cazan y pescan las ábsares bravas y es de esta manera: hay unos pescados tan grandes como un palmo o algo más, que se llaman pexe reverso, feo al paecer pero de grandísimo ánimo y entendimiento, el cual acaesce que algunas veces, entre otros pescados, los toman en redes (de las cuales y he comido muchos). E los indios, cuando quieren guardar y criar algunos de éstos, tiénenlo en agua de la mar, y allí dánle de comer, y cuando quieren pescar con él llévanle a la mar en su canoa o barca, y tiénenlo allí en agua y átanle una cuerda delgada, pero recia, y cuando ven algún pescado grande, así como tortuga o sábalo, que los hay grandes en aquellas mares u otro cualquiera que sea, que acaesce andar sobre aguados o de manera que se puedan ver, el indio toma en la mano este pescado reverso y halágalo con la otra, diciéndole en su lengua que sea animoso y de buen corazón y diligente, y otras palabras exhortatorias de esfuerzo, y que mire que sea osado y afierre con el pescado mayor y mejor, que allí viere, y cuando le paresce, lo suelta y lanza hacia donde los pescados andan, y el dicho reverso va como una saeta y afierra por un costado con una tortuga o en el vientre o donde puede y pégase con ella o con otro pescado grande o con el que quiere».

 

Conquista de México

Hernán Cortés, el gran conquistador, escribió cinco cartas, llamadas de relación, a Carlos V, despachadas entre 1519 y 1526. Las cartas refieren observaciones interesantes, pero prevalece el tono político, destinado a justificar sus emprendimientos.

Bernal Díaz del castillo (1492-1584), soldado de Cortés, fue el autor de la Verdadera historia de los sucesos de la conquista de la Nueva España, con estilo de hombre del publo, llano, jugoso y con comentarios del mayor interés, amén de mantener un clima apasionante que seduce a todos suslectores.

La contrapartida es la Historia de Francisco López de Gómara (1512-1557?) hombre de cultura clásica, que escribe como un humanista con inquietudes más intelectuales que el mero relato y señala como timbre de gloria:

«La mayor cosa después de la creación del mundo, sacando la encarnación y muerte del que lo crió, es el descubrimiento de Indias, y así las llaman Mundo Nuevo».

Fue Fray Bernardino de Sahagún (1508-1560) quien nos ha dejado los mejores testimonios de la cultura azteca en su Historia general de las cosas de Nueva España, respetuosa hasta tal punto de aquella cultura que fue escrita en náhuatl, idioma por él aprendido, y luego por él mismo traducida al español.

 

Conquista del Perú

Pedro Cieza de León (1508-1560) fue el mejor cronista de esta conquista a la que asistió como guerrero y publicó, precisamente con ese nombre, La Crónica del Perú en Sevilla, en 1553.

Así describe su llegada a la ciudad de Cali, en la actual Colombia:

«Para llegar a la ciudad de Cali se pasa un pequeño río que llaman Río-Frío, lleno de muchas espesuras y florestas; abájase por una loma que tiene más de tres leguas de camino; el río va muy recio y frío porque nasce de las montañas; va por la una parte deste valle, hasta que, entrando en el río Grande, se pierde su nombre. Pasado este río, se camina por grandes llanos de campaña; hay muchos venados pequeños, pero muy ligeros».

Agustín de Zárate y Francisco de Jerez son otros cronistas recordables. Pedro Sarmiento de Gamboa es quien primero nos habla de la vida y las costumbres de los incas, en tono nada laudatorio, prefigurando la gran obra, que, en tono bien distinto, escribirá el Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616): los Comentarios Reales.

En cuanto al Río de la Plata, el diario de viaje de Ulrico Schmidel, soldado de Pedro de Mendoza (1487-1537), es el más antiguo testimonio de esa expedición, en 1536, y de la primera fundación de Buenos Aires.

Este documento histórico valiosísimo es una crónica que no pertenece a la literatura rioplatense, ya que fue escrita y publicada en idioma alemán.

El soldado y fraile Luis Miranda, otro acompañante de Pedro de Mendoza, también describió en urna suerte de romance el sitio y el hambre de aquella primitiva Buenos Aires. Alberto Auné

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