Preservación de la vida en los mares

· Alberto Auné, biología, política
Autores

Alberto Auné

 “Contaminar es emitir cheques en blanco sobre el futuro. Hay que evitar el librar cheques  sin fondos» – Jacques Ives Cousteau

 

Los medios de comunicación de todo el mundo dan a conocer en forma ininterrumpida casos de contaminación ambiental ocurridos en las más diversas latitudes.

El hombre, en las últimas décadas, debido al gran desarrollo industrial logrado, en el que podemos incluir la energía nuclear y las armas tóxicas que emplea en las numerosas guerras que emprende, así corno debido a la gran explosión demográfica, ha ido contaminando, al principio de manera lenta, pero después en forma gradualmente acelerada, el ambiente que lo rodea.

Nada se ha salvado de la polución. Han sido invadidos por ella el aire, los suelos, las aguas superficiales y profundas continentales, y los mares y océanos de todo el mundo.

 

 

El petróleo, primer enemigo

 

El petróleo es uno de los mayores contaminantes de las aguas. La llamada «marea negra», tristemente celebre, es uno de los mayores azotes de nues­tra época.

En general, falta una conciencia proteccionista con res­pecto al mar y a su fauna y flora. Ello a pesar de accidentes especta­culares, como el ocurrido con el petrolero liberiano «Torrey Canyon» en 1967. cuando derramó sobre las costas inglesas 118.000 toneladas de petróleo, matando una enorme cantidad de peces y de aves.

Ese lamenta­ble episodio estuvo a punto de ser superado por el causado por el buque «Amoco Cádiz», cuan­do perdió, frente a las costas francesas, en una colisión con otra nave, la mitad de su carga de 223.000 toneladas.

Otro caso, ya en el siglo XXI, fue en 2010 el derrame de petróleo del pozo Macondo de British Petroleum (BP) en el Golfo de México, con un impacto en unos 24 kilómetros cuadrads y efectos que fueron vistos en 148 kilómetros cuadrados), dañando la biodiversidad del fondo marino.

Es más devastadora a largo plazo la contaminación petrolífera fur­tiva de alta mar y de las aguas costeras a causa de la inmersión de petró­leo, procedente del agua de lastre de las cisternas, del agua de limpieza, de pequeños orificios en los depósitos de las naves, de accidentes en pros­pecciones, de oleoductos dañados o de aguas residuales oleosas que llegan al lunar arrastradas por los ríos.

Los biólogos han descripto la lenta polución de los mares, en lo que se refiere al petróleo, de la siguiente manera:

 

El petróleo, y en especial sus componentes solubles en el agua, atacan a los huevos y las larvas de los peces. Si no se produce la muerte inmediata, las larvas que salen de tales huevos presentan deformaciones y no pueden vivir. Más peligroso, más tóxico para la vida marina es el petróleo emulsionado, cuyas gotitas llegan hasta la grasa animal y se transmiten en la cadena alimentaria. Se produce así un enriquecimiento de los tóxicos, también de sustancias que provocan el cáncer y que se encuentran presentes prácticamente en todos los petróleos. En ciertas costas inficionadas de este se ha observado una creciente cantidad de peces con tales tumores malignos.

 

 

Otros contaminantes

 

Los detergentes, fenoles, pesticidas y contaminantes orgánicos que afectan en alto grado las aguas de mares como el Mediterráneo, son también contaminantes de los mares, por lo que es necesario que los gobiernos implementen políticas preventivas.

Debemos sumar el daño causado a la fauna, especialmente la íctícola, los depredadores en gran escala, que anteponen un lucro momentá­neo a un ingreso permanente y controlado.

Gobiernos y organismos internacionales deben sumar esfuerzos para impedir estos daños al medio ambiente. Alberto Auné

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