Mural de Lola Mora sobre la Revolución de Mayo. (Fuente: http://www.wikimedia.org)
Alberto Auné
La Junta que gobernaba en Buenos Aires lo hacía en nombre de Fernando VII.
La historia habla de la Revolución de Mayo; sin embargo, el 25 de mayo de 1810 no se declaró la Independencia de España sino se juró fidelidad al Rey.
Contenido
1. Una jura especial
El 25 de Mayo de 1810 juró en Buenos Aires la Junta de Gobierno, presidida por Cornelio Saavedra, en un acto en el cual sus miembros juraron fidelidad a Fernando VII, cautivo de Napoleón Bonaparte, emperador de los franceses.
Por eso hay quienes hablan del Movimiento de Mayo y no de Revolución, ya que ésta implica un levantamiento contra alguna autoridad, lo que entonces no ocurrió.
Recordemos que cuando se produjeron las Invasiones Inglesas, en 1806 y 1807, el pueblo rioplatense no quiso ser inglés y produjo la gesta de la Reconquista. Si bien esto fue gestando lo que vendría después, no implica que el pueblo haya repudiado a España, lo que no ocurró entonces, como muestra la historia.
En 1810 Fernando VII cae derrocado por Napoleón. Aquí se hace una imitación de la situación en España: no estando el Eey el pueblo recupera sus derechos.
Se nombra una junta similar a las que se habían formado en España frente a la ausencia del Rey.
«Cuando el monarca retorne al poder se le devolverán las tierras, se promete, y mientras tanto nosotros las cuidamos y gobernamos, ya que la soberanía reside en el Rey», es el discurso oficial de la Junta.
2. Decisiones de las Cortes
En 1808, cuando se produce la invasión napoleónica a la Península, el Rey no quiso ser francés.
Los Reyes de España resuelven no trasladarse a las Colonias americanas, como habían pensado, pero sí lo hacen los miembros de la Corte de Portugal, que se instalan en Rio de Janeiro. Así Brasil con esa capital, la Corte y diplomáticos europeos, es una gran fuente de información diplomática que no tenía el Río de la Plata.
3. Un prócer y la evolución de su pensamiento
Manuel Belgrano de 1808 había propuesto la creación de una Regencia en el Río de la Plata, con el paso del monarquismo al parlamentarismo, del absolutismo al constitucionalismo; no tenía entonces las ideas de independencia que impulsara después.
Pide entonces que recogiera la herencia de América, estando cautivo Fernando VII, su hermana, la infanta Carlota Joaquina de Borbón, Princesa del Brasil, pues estaba casada con Don Juan VI, quien gobernaba en nombre de su madre, la reina María de Portugal, que había enloquecido.
Ella tenía el derecho dinástico de recoger la soberanía. Empero, las voluntades no siguieron el pensamiento de Belgrano y no hubo regencia constitucional.
4. Waterloo: cambios en Europa
Pero se produce un vuelco en Europa: cae Napoleón en la batalla de Waterloo librada enre el 15 y el 18 de junio de 1815 porque Inglaterra, enemiga de España y conquistadora de sus colonias en 1806, se une a ésta contra Francia. Mal podía favorecer entonces España las intenciones separatistas que podían tener algunos gobiernos, como el de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
A esa política de equilibrio se la denominó «la máscara de Fernando». Las colonias anidaban el deseo de declarase independientes políticamente pero se mantenían así por respeto a la alianza de España e Inglaterra contra Francia.
Los miembros de la Primera Junta habían jurado frente a un crucifijo, de rodillas y poniendo la mano sobre los Santos Evangelios, que iban a defender las tierras y las devolverían al Rey cuando éste regresase al trono.
Sin embargo, parece ser que interiormente tenían el pensamiento de no hacerlo y declararse independientes.
Lord Stranford, embajador de Su Majestad Británica en la Corte de Brasil, trataba de contener las ideas de los separatistas de Buenos Aires.
Napoleón es vencido y el Rey vuelve al poder. Hay entonces que cumplir con el juramento tomado. En ese momento gobernaba José Gervasio de Posadas como Director Supremo.
5. La misión belgraniana
Belgrano, que ya no era general del Ejército, es llamado para cumplir una misión diplomática junto a Bernardino Rivadavia: viajar a España, presentar los saludos al Rey, felicitarlo por su regreso y devolverle las tierras que habían sido defendidas de los invasores del Perú y de las asechanzas extranjeras.
Efectúa consultas, entre ellas con su secretario Tomás Manuel de Anchorena, quien le dice «Si la misión es digna, acéptela». La misión era digna, pues había que cumplir con los juramentos tomados.
El próxer tenía al respecto dos instrucciones.
La primera era obtener la libertad política, ya que desde 1810 a 1815 las ideas habían cambiado.
La segunda era intentar conseguir también la libertad civil, con igualdad de derechos entre criollos y españoles.
El Rey no quiso saber nada sobre derechos políticos o civiles: quería volver a implantar el monarquismo absoluto. Belgrano regresa a Buenos Aires y Rivadavia se queda en Europa.
6. Llega la Independencia
Belgrano va entonces al Congreso de Tucumán, que lo recibe para que explique cuál es la situación en Europa.
Hay una audiencia el 6 de julio de 1816, en la que dice que si en otro tiempo se hablaba de democracia, ahora se habla de monarquía no absoluta sino constitucional.
Los monarcas, ya restaurado en su cargo Fernando VII, se habían reunido en la llamada Santa Alianza, dispuestos a protegerse de todo otro levantamiento como los que ocurrían a partir del cautiverio del Rey español.
Tres días después de escuchar a Belgrano, el 9 de julio, el Congreso de Tucumán declara la Independencia, que era pedida también por José de San Martín, a través de su diputado delegado, Tomás Godoy Cruz.
7. Una misión y su contexto
Cuando se encuentran documentos de la misión de Rivadavia y Belgrano a Europa, hubo quienes pensaron que eran traidores a la Patria y no se entendió que el petitorio al Rey era una «reverente súplica» ya que el diplomático es un hombre de honor, que debe respetar a su interlocutor.
Sin embargo, después se comprendió que fue una misión altamente honorable. La Junta gobernaba en nombre del Rey, y fueron a presentarle sus plácemes por el regreso al trono.
Pero Belgrano volvió convencido de que había que declarar la independencia política, lo que ocurriría el 9 de julio de 1816. Alberto Auné
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