Alberto Auné
Existe conciencia generalizada —tanto en los ámbitos oficiales como privados— respecto de la necesidad de preservar al suelo de su degradación, pues éste constituye un valioso recurso natural de cuya correcta utilización de-pende nuestra producción agropecuaria, principal fuente de la riqueza nacional.
El hombre, responsable del deterioro
Constituye un dato objetiva de la realidad que la actividad del hombre es la causa fundamental de la degradación del suelo, así como de otros recursos naturales renovables (flora, fauna).
La necesidad de más alimentos para una población en continuo crecimiento ha obligado al hombre a aumentar los rendimientos de la producción en detrimento de las condiciones de estabilidad de los ecosistemas de producción primaria.
La degradación de los suelos es notoria en el mundo, tanto en áreas de secano como de regadío, constituyendo sus componentes principales los procesos de erosión hídrica y eólica, salinización, alcalinización, elevación de napas, etcétera.
Las consecuencias negativas de esta degradación están afectando en forma pronunciada el bienestar de las poblaciones y la seguridad alimentaria mundial.
En distintos foros internacionales se previno, casi en forma unánime, sobre la gravedad que ofrecen los problemas de degradación de los suelos, que constituye boy un obstáculo fundamental para el desarrollo y subsistencia de la población mundial.
América latina es una de las regiones del mundo donde con mayor acentuación se advierten .los fenómenos negativos de la degradación de suelos.
Es necesario destacar la responsabilidad que les cabe a los Estados de velar por la conservación de los suelos, considerando a los mismos «como parte integrante del patrimonio nacional”. Alberto Auné
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