22 de enero de 2007: parte el abbé Pierre, ejemplo de amor y solidaridad

Autores

Alberto Auné

Una vida y un ejemplo a presentar e imitar.

La revolución por los desposeídos que impulsara el fundador de Emaús debe proseguir por el bien de la humanidad.


1. Un hombre, una historia
El nombre de Henri-Pierre Groues no es conocido a nivel masivo, pero si lo reemplazamos por el que adoptara durante la ocupación nazi en su país, abbé Pierre, lo reconoceremos en forma inmediata, ya que de esa forma fue reconocido en el mundo entero, al haber sido una personalidad que trascendió las fronteras de su país.
El abbé Pierre en su mediana edad
Nacido en Lyon (Francia) en 1912, en su juventud decidió dedicarse a Dios, ingresando en la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos. Estos constituyen una de las ramas de la Orden Franciscana, que fuera fundada por San Francisco de Asís, habiéndose constituido en 1525, con el objeto de imprimir mayor fuerza a su compromiso de oración y pobreza.
La entrega a Dios, clave de su vida, comenzó a manifestarse entonces al elegir, entre las órdenes religiosas existentes, una que buscaba testimoniar de manera concreta, a través de la vida de sus miembros, la realidad de un Jesús desposeído de bienes y buscando la verdadera riqueza, que es la del corazón y el alma, de manera distinta a la que busca el mundo profano, donde a menudo la posesión de riqueza es un objetivo al que se tiende a toda costa, sin reparar en medios.
Pasan los años y es un ejemplo en esa congregación, en la cual en el año 1938 recibió el sacramento del Orden Sacerdotal.
Sin embargo, debido a la debilidad de su salud, debió dejar la orden y seguir como sacerdote en el clero secular. Este es el que depende de cada obispo diocesano, sin pertenecer a una congregación religiosa. Sus miembros esán insertados en el mundo, llegando a ser párrocos, capellanes o prestando servicio de alguna otra forma según fuere dispuesto por cada pastor en su diócesis.
2. Su amor sin límites a Francia
Un año después recibe la orden de movilización en el Ejército, pero su salud no resiste y una pleuresía lo pone al borde de la muerte. Comienza entonces un período de convalescencia de que le costó reponerse.
Llegan los tiempos difíciles de la ocupación nazi de parte de Francia, con el gobierno títere en otro sector (Vichy) a cuyo frente estaba el mariscal Philippe Pétain.
En el sector ocupado se desempeña como vicario en la catedral de Grenoble. Con riesgo de su vida, ayuda a salvar la vida de muchos judíos cuyo destino era el campo de concentración. Además es miembro de la Resistencia en las ciudades de Vercors y Chartreuse, cambiando entonces su nombre por el de Abbé Pierre.
Su labor patriótica es reconocida por sus conciudadanos, quienes lo eligen, después de la guerra, como diputado por el distrito de Meurthe-et-Moselle hasta 1951 en una banca del Movimiento Republicano Popular.
3. Su lucha en el Parlamento
No cambió el Evangelio por la política, como sí hicieron muchos de sus pares en períodos siguientes en distintos países, sino que pone la política al servicio del Evangelio.
Algunos hitos de su labor legislativa fueron la presentación de un proyecto de objeción de conciencia, pero, aunque formó parte de la mencionada organización política, no se limitó a aceptar el programa del mismo, sino que prefirió anclarse en el Evangelio.
Así, arregló un edificio abandonado en los alrededores de París para fundar un Albergue Internacional de la Juventud.
4. Nacen los Traperos de Emaús
En 1949 un asesino intentaba suicidarse y el Abbé Pierre fue convocado para intentra disuadirlo. Su frase fue contundente: «No tengo nada que darte. Puesto que quieres morir, no tienes nada que perder. Entonces, préstame tu ayuda para ayudar a los demás».
El hombre se conmovió, desistió del intento de quitarse la vida y fue el primer hermano de las nacientes Comunidades de Emaús, que según explicó el Abbé, no sólo buscaban dar a los pobres de qué vivir, sino «una razón para vivir».
5. Luz que iluminó a Francia y al mundo
Al terminar su mandato como legislador no tenía trabajo, llegando a mendigar para comer. Las Comunidades comenzaron a orientarse hacia el oficio de «trapero», equivalente al «cartonero» de hoy, que buscaba entre la basura todo lo que podía reciclarse y originar un ingreso económico. El Abbé fue entonces «trapero entre los traperos».
Así llegó a ser conocido en Francia y en el mundo entero, como ejemplo de trabajo, solidaridad y virtud.
6. La expansión de Emaús
Su obra, Emaús Internacional, trascendió a su persona para irradiarse por el mundo. Participó en el Consejo de Administración y del Comité Ejecutivo de Emaús Internacional hasta su muerte.
Una de sus ideas, que lleva la solidaridad a niveles impensados, es que los pobres ayuden a quienes son todavía más pobres.
7. La revolución del amor
El 1 de febrero de 1954 fue una fecha importante para la difusión de la obra de Emaús. El invierno asolaba París, con miles de personas durmiendo en la calle y pérdidas de vidas.
Fue entonces que hizo un llamado a por radio convocando a la «insurrección de la bondad», que tuvo una gran respuesta, llegando a que la legislación incorporara el derecho a la vivienda.
Así comenzó una fuerte expansión de Emaús, que llegó años después a más de 40 países. La acción de este gran hombre no se limitó a ayudar solidariamente sino a buscar soluciones a las causas que habían llevado a la indigencia a tantos seres humanos.
8. Una vida, una lucha por los pobres
Siguió hablando por radio a pesar de los achaques del reumatismo y la vejez, pidiendo en los últimos años de su vida que los franceses tuvieran un nuevo despertar solidario, ahora respecto a los trabajadores en situación de precariedad laboral. Muchos inmigrantes llegaron a Francia y aceptan trabajos denigrantes para sobrevivir y evadir las leyes migratorias, situación de la cual siempre hay quienes, con un corazón duro, se aprovechan.
También hizo popular su frase «Dar de comer antes de evangelizar», siendo venerado por sus conciudadanos.
Falleció el 22 de enero de 2007, a los 94 años de edad, dejando un vacío en la Iglesia y en el mundo sólo comparable al de otros grandes hombres y mujeres, como Juan Pablo II o la madre Teresa de Calcuta.
9. Tendamos nuestra mano al necesitado
Quizás muchas veces hemos leído carteles o anuncios invitando a donar a Emaús lo que nos sobre. Estas líneas buscan, además de recordar al gran hombre desaparecido físicamente, que sepamos qué es Emaús y qué destino pueden tener aquellos objetos que a veces descartamos o tiramos sin darles importancia: llegar a los indigentes, a quienes más necesitan.
En el Evangelio Jesús dice que la ayuda que demos a un necesitado la tomará como hecha a El. La vida del Abbé Pierre fue un ejemplo de este testimonio solidario, y si ayudamos a quienes menos tienen podremos también, en su memoria, ser merecedores de esta frase.
El mensaje del Abbé Pierre tiene hoy plena vigencia: en un mundo hedonista, en el que la posesión de bienes es el indicador para evaluar a una persona, es necesario equilibrar la balanza para que el ser humano vuelva a ser digno de ese nombre. Alberto Auné

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